En las épocas míticas salía sola de noche: salía al patiecito y pisando la maceta trepaba hasta la medianera y me sentaba a interrogar los cielos desde lo más profundo del corazón de Villa Crespo. Porque si antes las estrellas señalaban el camino en el mar tal vez ahora esta galaxia de neones, resplandores de hielo, ventanucos de baño, rayos móviles provenientes de ferias, la cautivante sincronización de las luces de pasillos de edificios pudiera sugerirnos variar unos centímetros el recorrido, a ver dónde llegamos. Un helicóptero en un cielo negro es su luz blanca y su sonido jadeante. Laura Wittner