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Mostrando entradas de septiembre, 2017

IX

En la canción concisa, de una sola nota, apretada en la rápida explosión del trueno, ahí nace y muere la vida. Fugaz -esto ya sé que se dijo- como la luz de las luciérnagas, como un guiño, un roce, una pulsión, como el chasquido del beso que partió del labio o una desesperación cualquiera. Lo dicen, hace siglos lo dijeron. Ahora bien, yo creo que hecha del fermento de los frutos más dulces o de una pasta acre y terrible, resaca de la sangre sucia, la vida pasa pero no se va, se queda retenida para siempre, acá en el universo, como la Memoria. Así la carne de tu cuerpo y tu rebullir, leve como la pluma, grávido como el núcleo metálico de un planeta gaseoso. Pasás y estás, y estás porque pasás, -y así es con todo-, y hundís una raíz como una pata enorme que se complace con el [ barro quedándote: hoy, una cabellera en llamas que remonta la almohada, brazos que son colas de cometas semillando la luz, boca, tu boca, ese gran temblor, esa colmena; mañana, una nodriz

me dicen que falta para lo mejor