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Mostrando entradas de octubre, 2020
Abrí la puerta y te estabas bañando. Los vidrios empañados, el ruido del agua detrás de las cortinas, las cosas esenciales instaladas fuera de la razón. Me llamaste, acercaste la cara y nos besamos a través del plástico transparente: fue un instante. Las parejas y las revistas literarias duran casi siempre dos números. Sin embargo, de a poco, le fuimos ganando terreno al río: días interminables en los que el caos tomaba tu forma para envolverme mejor. Fabián Casas

Las carreras

Debe haber algo. Si todo se mueve cada vez más rápido, debe haber algo que no se mueva cada vez más rápido. Algo si no completamente quieto, lo suficientemente lento como para tocarlo. ¿Qué piensa de eso el agente de tránsito con su gorra y su chaleco amarillo, inmóvil, parado exactamente sobre la línea divisoria de lo que está entrenado para detener cuando no se detiene: cuatro carriles que confluyen sólo si hay un choque, y de lo contrario fluyen como un río hacia su muerte, o como aquellas cosas que desea el río y con las que hace lo que quiere: peces, cieno, basura, el cadáver de alguien que le tuvo confianza. ¿Qué pasa con las líneas amarillas pintadas en mitad de la calle, paralelas, que de inmediato empiezan a descascararse por la fricción de las ruedas contra el pavimento? Debe haber algo que sepa cómo bajar la velocidad sin frenar; debe haber una manera de mirarlo de frente mientras aún se mueve. Una vez, en las montañas, con calzado inadecuado, me recosté