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Mostrando entradas de 2018

Yo, la incesante nieve

La hamaca te llevaba y te traía en la tarde. Lo recuerdo como si no te estuvieras por ir a Alemania para hacer algo con tu vida, como decías vos. Yo te veía ir y venir, y tenía la impresión de que le robabas algo al tiempo, buscando las pruebas de su existencia porque ¿quién entiende bien cómo pasa tan rápido una tarde o un año? De vuelta en casa, preparaste un submarino, tus ojos parecían los de una fiera dando vueltas alrededor del fuego. En ese momento sentí oscuramente que aquello que podríamos llamar “aprovechar el tiempo”, para vos era una abstracción, un vaivén que no nos toca, y entonces pensé: ¿Por qué no ver al tiempo como otra barra de chocolate disolviéndose en tu taza, como algo que una cucharita podría atravesar una y otra vez dejándonos un resto dulce en las tazas aún tibias? Tomás Maver

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Una hebra más delgada que el pensamiento, un hilo con calibre de nada, une nuestros ojos cuando no nos miramos. Cuando nos miramos nos unen todos los hilos del mundo, pero falta éste, que sólo da sombra a la luz más secreta del amor. Después que nos vayamos, quizás quede este hilo uniendo nuestros sitios vacíos. Poesía Vertical II R. Juarroz

Destino

Hay cuatro cuadras de distancia hasta vos y yo voy trazándolas con mis pies en la vereda dibujando pseudo caminos por donde llegar de forma más rápida en caso de que me arrepienta una lumbre milimétrica se clavará en mi descuido como un desierto de agua, gigante y violeta para sanar con su sal dicen, los dolores del cuerpo, los huesos el incierto arduo en la desolación de la tardecita al menos hay diez formas distintas de volver desde ahí la decisión es espontánea siempre cae sobre nuestros pasos apago los márgenes para no tener más límites rozo el rojo y roto, resquebrajante sonido de tu voz como si fuera un arpa dulce cada casa es como una almena cada prisma que corona nuestros muros para resguardar el camino los reyes hambrientos de nuestros yo buscan el escape en una alcantarilla chiquita, desapercibida el viento sacude los matorrales calmos de la ribera todas nuestras pieles aturdidas bruscas, sin entender. Ana Claudia Díaz de "Una cartografía
cada tanto vuelvo a lo que fuimos y me da por desearte paz decirte que te recuerdo bien y que eso es lo mejor que te puede pasar con alguien que te recuerde bien como ahora que este brillo te reunió en mis ojos y que digo honestamente digo es lindo haber perdido amor con vos Franco Rivero

DE ATLAS DEL MUNDO DIFÍCIL

Yo sé que estás leyendo este poema tarde, antes de irte de la oficina con el manchón amarillo brillante de la lámpara y la ventana cada vez más oscura en la calma de un edificio en silencio largamente pasada la hora pico. Yo sé que estás leyendo este poema de pie en una librería lejos del mar un día gris de principios de primavera, leves copos transportados por la vasta extensión de la llanura que te rodea. Yo sé que estás leyendo este poema en una habitación donde tuviste que soportar demasiado, donde las sábanas se enrollan estancadas encima de la cama y la valija abierta habla de vuelos pero vos todavía no podés partir. Yo sé que estás leyendo este poema mientras el subte pierde impulso y antes de subir las escaleras para encontrarte con un nuevo amor que tu vida no había permitido. Yo sé que estás leyendo estos poemas a la luz de la pantalla del televisor, donde las imágenes sin sonido se sacuden y se deslizan mientras vos esperás el noticiero sobre la intifada.
Hablemos sobre el horizonte, amigos míos, ¿de qué otra cosa podemos hablar si no? Siempre hablamos de él, o mas bien en él. Cuando hacemos planes, cuando amamos. Cuando amamos, porque amar un ser, un camino, una obra, es ver que esa línea allá, tan lejana hacia adelante, esa línea toda luz, está lo mismo aquí incluso para atravesarlos y volverlos a atravesar, como el mar en la playa viene y vuelve a venir sobre la arena, levantándose luego, dejando aplacar el alga inquieta, la vida oscura. Línea de allá y línea de acá, cada una para arrojar la espuma del inconsciente bajo nuestros pasos: frase que relumbra por deslizarse en la cresta de esa ola que se infla como una noche, y se derrumba luego y luego se alza de nuevo. Tomo este camino, estrecho, que se hunde entre dos pequeñas lomas, los árboles lo envuelven también, se apretujan a mi alrededor, arriba mío, me siento feliz de saberlo familiar, con esas mil vidas de su profundidad que se habituaron a mí. Pero más bajo que los p

L a s C a n c i o n e s Q u e C o n o c e m o s M e j o r

Como una sombra en un cuarto vacío como una brisa desde la tumba como un proyecto del que nadie habla– ¿o pensaste de veras que yo era alguien más? Tu ropa, los pantalones deformados forma del cuerpo que visten cuerpo que actuó en tantos espectáculos pero ¿pensaste alguna vez lo que ese cuerpo quiere decir? Es un órgano y un vicio para algunos un mal necesario que debemos evitar para otros una abstracción o un pedazo de carne ¡y sin embargo estás al volante! Nadie se preocupa poco acerca de las cosas carnales llenan con un silencio que se esparce en anillos queremos saber más, nunca nos saciamos ¡no hay que extrañarse que algunos piensen que la carne ha sido sobrevalorada! Las cosas que sabemos las aprendimos en la escuela intenta aprender algo distinto y violarás la regla nuestro saber no es mucho más que un poco pero lo sientes mercurial dentro de ti cuando están contando para largar Me miras, arrugas el ceño, como si yo estuviera fuera de lugar supongo q

La lluvia

Viste cómo llueve? Llovió casi toda la noche y a cada cierto tiempo yo te hablaba, estuvieras donde estuvieras, aunque fuera en el extremo más inalcanzable de la tierra. Cuando llueve así, toda la noche, te decía pareciera que el mundo fuera a desprenderse de su eje, pero la sorpresa más inmensa es que el vendaval termina y todo permanece como estaba, apenas un poco de desorden que lentamente se transforma en armonía. Desde niños, vivimos sobreviviendo a catástrofes como esa, a los efectos de lo que tendría que haber pasado y no pasó: que la casa se inunde y nuestras cosas se pierdan arrastradas por la marea sucia, entre piedras y palos y restos de animales, un desperdicio más de lo que hasta entonces ha sido nuestra historia, los objetos que confirman que somos seres físicos y no un soplo filtrándose desde afuera de esa vida brutal de la materia que no se detiene jamás para incluirnos. Soñaste alguna vez, cuando llega la violencia del aguacero, con que el río se sal

Beso del sol

Si, como dicen, la poesía es un signo de algo entre la gente, dejemos algo concertado desde ahora entre nosotros, mientras todavía somos gente: que al final de los tiempos, que también son el final de la poesía (y del trigo y del mal y los insectos y el amor), cuando toda la raza humana se reúna en carne y hueso, reconstituida hasta el pliegue más ínfimo y la uñita más diminuta del bebé, yo voy a estar parada al borde de aquella multitud insondable con una naranja para vos, reconstituida hasta su semilla más íntima, protegida por filamentos blancos, en caso de que tengas sed, lo cual no pareciera ahora mismo una suposición descabellada, y aunque entonces no habrá poesía entre nosotros, y al final de los tiempos, con los gansos extintos con los mares, espero que la aceptes, y recuerdes en la tierra que yo no sabía tocarla, todo estaba en carne viva, y si acaso la multitud no tiene bordes ni otra cosa de la que yo pueda ser parte, voy a agarrar la naranja y tirarla par

El momento

Ah, ese momento salido de la nada cuando   nada sucede ninguna lista de cosas por hacer tal vez   por un segundo se detiene el tránsito. El zumbido del tengo que, tengo que, tengo que decrece hasta el silencio, las cortinas blancas de algodón cuelgan inmóviles. Marie Howe Trd. Laura Wittner
Mirando una vieja fotografía No estalló una bomba. No hubo un incendio. Estalló la vida. La vida se agotó como un fósforo. Todas esas personas jóvenes que sonríen a cámara en una boda en esa foto que amarillea murieron a una edad razonable y de dolencias comunes. “Hay una puerta que se ha cerrado hasta el fin del mundo” Y qué rápidamente. Estela Figueroa

Imágenes de separación

Tucson (sin fecha).  Este desierto horrible se interpone una vez más entre nosotros. Es malo escribir, saber que no nos veremos, y hacerlo   pasar por un poema, para que solo lo bello duela. Pero así es. La guerra ha tomado los puentes, las salas de cine. Mis sueños están sucios de tu sangre. Espero el fin del desierto, el fin de la guerra. Los juicios por los crímenes.   Jamás olvides que un acto de amor está más allá del bien y del mal. Entonces te veré. Siempre tuyo, (sin firma). Mario Montalbetti
haber abandonado qué? haber conseguido qué? la belleza la costumbre el trapo yo esperé largo pero no vino nadie a verme en mi silencio yo esperé pero no vino nadie a verme en toda muerte estuve ausente yo o todos los que amé estuvieron ausentes o estuve ciega yo y no vi nada más que el mendrugo en la mesa el hijo en la cama, helado, el hombre de mi lado frío, el ladrillo de mi casa cayéndose, quebrado, el perro que guardé, rabioso estuve ausente yo o el infierno estuvo en el ojo que vio caer la tarde, porque el infierno no está arriba o abajo, sino a nivel de las cosas elementales: grano negro abierto en la lluvia o sapo, o entero cadáver desmigajándose por el verano, como una hogaza yéndose hacia lo invisible estuve ausente yo o yo me llené de ceguera y no pude ver cómo de a poquito se fue el padre y los amigos, el verano altísimo y duro en que perdí todo lo que había para perder y me llené la boca de esta arena caliente en que hube de construir todo lo ido, lo sec

La helada

Quien fue dañado lleva consigo ese daño, como si su tarea fuera propagarlo, hacerlo impactar sobre aquel que se acerque demasiado. Somos inocentes ante esto, como es inocente una helada cuando devasta la cosecha: estaba en ella su frío, su necesidad de caer, había esperado -formándose lentamente en el cielo, en el centro de un silencio que no podemos concebir- su tiempo de brillar, de desplegarse. ¿Cómo soportarías vivir con semejante peso sin ansiar la descarga, aunque en ese rapto destroces la tierra, las casas, las vidas que se sostienen, apacibles, en el trabajo de mantener el mundo a salvo, durante largas estaciones en las que el tiempo se divide entre los meses de siembra y los de zafra? Pido por esa fuerza que resiste la catástrofe y rehace lo que fue lastimado todas las veces que sea necesario, y también por el daño que no puede evitarse, porque lo que nos damos los unos a los otros, aún el terror o la tristeza, viene del mismo deseo: curar y ser curados.
Que nos trague la tierra. Pero que no nos trague todavía. Que todavía se mueva, rumbo al oficio y a la posesión. Y que vea algunos lugares antiguos, otros inéditos. Que sienta frío, calor, cansancio; se detenga un momento; continúe. Que descubra en su movimiento fuerzas desconocidas, contactos. El placer de estirarse; o de enrollarse, quedar inerte. Placer del equilibrio, placer del vuelo. Placer de escuchar música; sobre papel dejar que se deslice la mano. Irreductible placer de los ojos; ciertos colores; cómo se deshacen, cómo se adhieren; ciertos objetos, diferentes bajo una nueva luz. Que todavía sienta el olor de la fruta, de la tierra en la lluvia, que agarre, que imagine y grabe, que recuerde. Tiempo de conocer a algunas personas más, de aprender cómo viven, de ayudarlas. De ver pasar este cuento: el viento sacudiendo la hoja; la sombra del árbol, parada un instante, alargándose con el sol, y deshaciéndose en una sombra mayor, de ruta sin tr
 “Rara” –dice Quignard– llamaba Spinoza a esa primavera tras lo domesticado –a esa “debacle”. Otro pasaje de La barca silenciosa recuerda que “libertad”, eleutheria, era una palabra que un griego antiguo oía ante todo como la posibilidad de ir a donde se quiera, como la posibilidad de errar y de aventurarse en lo desconocido. Hay en la experiencia de la libertad un anhelo remoto o un eco antiguo de animal salvaje (soli-vagus: que erra en soledad), una memoria de errancia salvaje, de origen incierto, que arrastra fuera del lugar, de lo familiar, de lo interpretado, y acaso del lenguaje. Libertad, así, es ante todo exposición a la fortuna –y por tanto al error, al infortunio, al despojo y la desposesión. Libertad es abandonar la casa y perderlo todo para volver a la selva."

La vida y la poesía,

 Culpo a los libros y culpo la aparente realidad de las películas y culpo a los músicos y culpo a los poemas que dicen con palabras: éste es el mundo y culpo a la memoria cuentacuentos que siempre jala agua a su molino y culpo a las anécdotas y a todo lo que tiene alguna forma, algún sentido planteamiento y nudo y desenlace y cierta perspectiva protagónica y villanos y grandezas decididas y soundtracks y formato de pantalla y luces adecuadas y las miras de planos bien trazados y bien nítidos que sugieren que todo lo que pasa por algo pasa (hacia adelante y hacia atrás) y que cada momento que vivimos es un lúcido momento narrativo planeado por un hábil dramaturgo que no ha dejado nada a la fortuna y escoge con destreza sus palabras y benévolo comparte nuestro afán de que todo lo que hagamos y nos pase tenga algún significado y le subyazca una Idea y esté fraguando un clímax ostentoso en el que algo elevadísimo se exprese y que mirados desde fuera tendríamos fascinado a nuestro esp

abril parece hostil

Creo que la navegación sobre un texto afecta porque ya no se lee completo, sino que se lo sobrevuela con cierta ansiedad, para terminar rápido. Nadie baja a las profundidades de ciertos libros porque ahí, a veces, hay un silencio atroz y no hay oxígeno. Pero justo ahí, donde está el peligro, a veces está la salvación. Fabián Casas 
Quiero creer en la forma que varía como la única manera de hacer que algo perdure. Si fuera religiosa le rezaría al agua. Pediría que hiciera con mi vida ese milagro que hace con sus gotas. Que quisiera amoldarme al suceder continuo sin juzgar qué voy perdiendo. Sería diosa mía la catarata heroica que rugiendo se transforma en hilito transparente cuando anda por las rocas. O el hervor en la nieve convertido, sin lamentar ni la pasión que mengua ni la llama extinguida. No es la causa del agua, sino el cauce que arrastra, lo divino. Tanto quisiera aprender de su confianza, de la intuición sin ojos, como el río. Paula Jiménez España 

Luz de una nueva estrella

Miro una foto en la que soy muy joven. Los ojos muy abiertos y claros. Un rostro sonriente a pesar que trato de ocultarlo. Sé que en esta época pensaba que era viejo. Sé que lo mismo pasa ahora. En diez años más pensaré que hoy era joven y sin embargo estoy mirando fotos viejas y recordando el pasado. Es imposible no caer en este abandono. El deleite de saberse fuera de todo movimiento, el placer de sentir el cuerpo hostigado por drogas, deportes y complejos vitamínicos que lo electrizan y después lo dejan blandamente sobre las superficies y moldes que lo contienen. La alimentación natural nos deja buenos y tontos. La carne y el alcohol activan el cuerpo y la mente y matan pronto. El amor nos enloquece más rápido que el arte. Los viajes nos dejan transparentes, los amigos pueden traspasarnos con el dedo. Vivir siempre en el barrio nos asegura un error duradero. El trabajo aniquila nuestra voluntad. La pareja aniquila el deseo y engendra poderosas frustracio

Pirata

Soy el único hombre a bordo de mi barco. Los otros son monstruos que no hablan, tigres y osos que amarré a los remos, y mi desprecio reina sobre el mar. Prefiero aullar en el viento con los mástiles y abrirme a la brisa con las velas, y hay momentos en que soy casi un olvido en la dulzura inmensa del regreso. Mi patria está donde el viento pasa, mi amada está donde los rosales dan flor, mi deseo es el rastro que dejaron las aves, y nunca despierto de este sueño, y nunca duermo.   Sophia de Mello Breyner  
el amor es una lluvia de diamantes en la mente la fruta del alma partida en dos una primavera oscura abriéndose en los labios de la luz aguas subterráneas libradas de su guarida para brillar a través de una grieta hecha por el sol un templo no de piedra sino de nube más allá del ruido del corazón y de toda violencia lejos del aplastante dominio de la velocidad entre la arena del tiempo permanencia azul un pequeño paso a la buena vida el pan en la boca otra vez. May Swenson
A veces quizás cuando no encuentro palabras para decidir mi sombra o cuando la ausencia es más dulce que mis propios recuerdos, a veces te imagino de silencio, como aquella lejana amistad entre los viejos y los pájaros. A lo mejor porque una vez te llevaste un poema con tu nombre, o porque tu cuerpo le puso límites al día; o porque la lluvia te heredaba la sonrisa. O tal vez porque el tiempo es más evidente que el regreso. Por eso vos sabés cuando viene la soledad tirando a muerte la mañana, como termina un sueño enamorado, donde el olvido es más difícil que el poeta. Porque vos sabés que la soledad aparece así de golpe, que en un momento te borra del espejo y te amontona en los rincones del fracaso. Porque vos tenés memoria y la entendés. Julio Cesar Campopiano
Fuiste una selva de amor un tiempo, lanzada al amor. Con tus manos habría construido tantas piedras, para habitarlas con mi silencio. ¿Por qué corrías tan alto? ¿Por qué huías? Habría mendigado tu amor, me habría aferrado a tus manos. Habrías podido matarme, habrías podido herirme, habrías podido dejarme en el suelo, así como la Magdalena que pide perdón porque su amor la devasta. Alda Merini