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Yo, la incesante nieve

La hamaca te llevaba y te traía en la tarde.
Lo recuerdo
como si no te estuvieras por ir a Alemania
para hacer algo con tu vida,
como decías vos.
Yo te veía ir y venir, y tenía la impresión
de que le robabas algo al tiempo,
buscando las pruebas de su existencia
porque ¿quién entiende bien cómo
pasa tan rápido una tarde o un año?
De vuelta en casa, preparaste un submarino,
tus ojos parecían los de una fiera
dando vueltas alrededor del fuego.
En ese momento sentí oscuramente
que aquello que podríamos llamar “aprovechar
el tiempo”, para vos era una abstracción,
un vaivén que no nos toca,
y entonces pensé:
¿Por qué no ver al tiempo
como otra barra de chocolate
disolviéndose en tu taza,
como algo que una cucharita podría atravesar
una y otra vez
dejándonos un resto dulce
en las tazas aún tibias?
Tomás Maver

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