Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de agosto, 2011

Un día minita

Las redes sociales son mi perdición. Bueno, eso y otras cuantas cosas más que pasan, como que alguien te confiese algo que no querés saber, algo que ni siquiera preguntaste, y ahora esa verdad te angustie y no sepas qué hacer. Además, por supuesto, está enterarme -por twitter- que una de estas madrugadas de fin de semana largo se cruzó con una chica y le preguntó por la parada de un colectivo -que él conoce muy bien-, y ella dijo que no, que no la conocía -claro que ella también mintió, seguro-, y así la vida, la charla siguió, y de pronto, unos minutos después, estaban abrazados, así nomás, como quien no quiere la cosa: abrazados. Qué tal. Qué me cuentan. Yo bien, acá, encantada con la vida. Y ni siquiera puedo odiarlo, porque él y yo nunca nada, pero juro que me produce un escozorrr...ah, y no, ni hablemos de la gente (nota mental: evitar cualquier tipo de insulto) que como no sabe muy bien qué hacer con su vida necesita imitar la de los demás, para qué chicos, para qué...mejor hable

Vida nova, céu azul

estos días me sentí particularmente sola.
Hace once años, el 20 de agosto fue domingo, el cielo (todo) era gris, aunque no sé si hacía frío, asumo que sí, llovió todo el día, de eso sí me acuerdo. Ojalá estuvieras acá conmigo.

Maybe I've never really loved, I guess that is the truth

Between two lungs

Hasta que llegó un día en que te cansaste y me dijiste que vos ya no podías más. Está bien, tiene sentido que te canses: siempre te dije que no era tan especial como pensabas. Claro que en ese momento todavía te intrigaba y me decías que no, que yo era la persona más especial que habías conocido. Y yo te decía que no fueras estúpido y que dejaras de mirarme con esos ojos de enamorado perdido. Porque todo muy lindo con esas miradas en las comedias románticas pero en la vida real no eh, que me descompongo, y me da pánico. Pánico de verte así y un día perder esa mirada -porque todos sabemos que esos días siempre llegan. A nosotros también nos pasó, de un momento un gesto se convierte en fría calavera , y esa noche me dijiste que ya no podías más. No que no me querías más, que ya no podías más: dos cosas bien distintas. Y yo entendí, porque también estaba cansada. Yo sé que es difícil -que soy difícil-, que puedo aburrir y ser -incluso- insoportable. Por eso, siempre, la debida distancia ,