(...) Un día descubrirás, lo mismo que yo, que la experiencia romántica no existe; hay recuerdos románticos y hay el deseo de lo romántico, y no hay más. Nuestros momentos de éxtasis más ardientes son meras sombras de lo que en algún otro sitio hemos sentido, o de lo que anhelamos sentir algún día. Así al menos me parece a mí. Y, cosa extraña, lo que de eso resulta es una curiosa mezcla de ardor e indiferencia. Yo mismo lo sacrificaría todo a una experiencia nueva, y sé que una experiencia nueva es algo que no existe. (...) Oscar Wilde, correspondencia