ya no soy una mujer silenciada, puedo hacer lo que quiera ya no puedo echarle la culpa a un hombre al trabajo a la falta de tiempo o dinero ¿querés escribir? -me dije- vas a escribir, entonces, sin quejarte sin victimizarte y cuando puedas donde puedas es así que entre las 7.30 y las 9.0 de los domingos, antes de entrar a mi segundo trabajo me siento en el bar y lo hago: un ejercicio solitario y un poco clandestino por una hora y media mi cuerpo es una casa que arde el caleuche la casa de los locos las ventanas dan al infierno el patio, el corredor con geranios dan al infierno después me pongo el uniforme y la que fui por un rato me saluda por las ventanas el muñón, la cabeza ardida y soy otra y soy otra Elena Anníbali