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ya no soy una mujer silenciada, puedo
hacer lo que quiera
ya no puedo echarle la culpa a un hombre
al trabajo
a la falta de tiempo o dinero
¿querés escribir? -me dije-
vas a escribir, entonces,
sin quejarte
sin victimizarte
y cuando puedas
donde puedas
es así que entre las 7.30 y las 9.0 de los domingos,
antes de entrar a mi segundo trabajo
me siento en el bar y lo hago:
un ejercicio solitario y un poco clandestino
por una hora y media mi cuerpo es una casa que arde
el caleuche
la casa de los locos
las ventanas dan al infierno
el patio, el corredor con geranios
dan al infierno
después me pongo el uniforme
y la que fui por un rato
me saluda por las ventanas
el muñón, la cabeza ardida
y soy otra
y soy otra

Elena Anníbali

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