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Mostrando entradas de agosto, 2017

Los ángeles bajan en el anochecer

Los ángeles bajan en el anochecer y se extienden por las fachadas que al poniente dan, tan tal duzura flotante, musical, que da miedo, miedo por ellos, a pesar de sus alas y de la indiferencia inclinada del pueblo. En el campo se está tranquilo. Se confunden, juegan acaso, conversan con los pájaros que vuelven, circular entre los sonidos de las esquilas, y sonríen a los silbidos lejanos. Se posan como pájaros espectrales sobre un caballo blanco o una vaca blanca, puros de la penumbra baja, y, casi fluida. Y se fijan al fin, se adhieren, ¿hasta cuándo? a la pared encalada de un rancho posado sobre la loma. ¡Oh, el rancho celeste sobre la loma, flotando hacia el azul triste, anochecido, del oriente! Juan L. Ortiz

Tal vez no importe tanto

Tal vez no importe tanto, tu cara se borra sola. Hay muchas caras en mi vida que viven borradas quién sabe hasta cuándo. Se han borrado poco a poco, pero en el momento menos esperado, y a veces en el menos indicado, vuelven a aparecer por un brevísimo instante para sumergirse enseguida en el “¿dónde estarás ahora?” con un intenso sobresalto de mi parte… Hay días mucho más chicos que otros. Y hay días muertos, descolgados, inútiles, días que crecen y mueren sin esperanza. El rostro borrado aparece de pronto y es, al mismo tiempo, el mismo y otro, siempre dispuesto a borrarse para aparecer otra vez pero, ¿cuándo? La música corre como el agua pero se borra en el aire. Es difícil acordarse del invierno en verano y del verano en invierno, evocar una melodía remota a la deriva en el tiempo pasado. Es difícil salvar del olvido un rostro, una cara que se ha borrado y que aparece el día y el momento menos pensado. Si uno pudiera manejar la cosa, es decir ma...