Cuando se ve a una mujer caminar por la calle, en Buenos Aires o en París o en cualquier otra parte, no puede saberse cuántas lágrimas se contienen detrás de sus anteojos negros, cuánto ha sufrido ese corazón que se oculta detrás de la piel que se oculta detrás de una blusa de seda, ni qué caminos han recorrido esos zapatos, ni qué cintas de seda aferraron alguna vez sus muñecas en ciertos actos privados en los que el dolor es, de alguna forma, una forma de placer.
(alrededor de Lorena)
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