Volví a encontrarlo muchos años después en un evento que organizaba la empresa en la cual trabajaba. Era un hombre, vestido de traje y corbata. La vida le había deparado un destino muy distinto del que yo hubiese imaginado. Era el vicepresidente de una multinacional muy importante y vivía en un barrio privado. El tiempo nos había cambiado, no lo noté en sus palabras siempre cordiales, sino en su sonrisa. Diez años atrás, hubiésemos escapado apresurados de allí para pasear por las librerías de Av. Corrientes y comer pizza en “Los Inmortales”. Pero ya no, ya no quedaban vestigios del joven desordenado e irresponsable. Podría asegurar que desde que nos despedimos aquella tarde de noviembre en el café La Puerto Rico, él no regresó jamás a robar libros usados ni entró ebrio al cine. Ahora lo llamaban Doctor y conducía un auto último modelo. Me invitó a tomar un café “alguno de estos días” dijo, y me entregó su tarjeta para que lo llamara. Luego sonó su celular y se disculpó por no poder quedarse más tiempo, caminaba hacia la salida cuando se detuvo para decirme “Es bueno verte”. Sonreí.
Cada cosa viva o muerta que el mundo rechaza se reúne: las raíces de los árboles secos que siguen profundamente agarradas a un suelo que ya no las retiene, el moho que al crecer parasita el tallo de la planta joven, el perro moribundo tirado al costado de la ruta, las ramas más jóvenes del ceibo que el temporal derriba, la serpiente de coral emboscada por la fiera, que se repliega sobre sí y permanece quieta como si fuera su propia cáscara vacía en el monte espeso. Para quienes fueron dañados, todo lo que llega después del daño es una gracia. Alguna vez vadearon la vida como si fuera un estanque lleno de alimañas, peligroso en la superficie y en el fondo, hecho para el lucimiento de los intactos y los fuertes. Los que no tienen nada que perder entienden la serenidad con que la materia cesa de resistirse al fin a ser vencida. No hay debilidad ni cobardía en ese dejarse ir que aún en medio del dolor crea puntadas de consuelo: quien fue lastimado una y otra vez sabe
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