El viernes es, sin duda, el día más esperado de la semana: desde la primer hora del lunes, pensás lo que vas a hacer apenas termine la clase de economía y salgas por fin del tan abrumador Colegio. Y el día de hoy, después de una semana de exámenes, notas malaonda y entregas de tps, no fue excepción. A los cinco minutos de entregar mi muy-poco-seria evaluación sobre PBI y bienes de consumo y de capital, etc, etc, estaba afuera tan necesitada de aire fresco como siempre al terminar la semana. Busqué mi cuentito y luego directo donde pzk. El grupo es lindo pero antes había más hombres y debo admitir que, no sé por qué, me gustaba más. En fin, leyó el comienzo de la historia que tituló "Las posibles vidas de Bastián" y me retó - nunca puede pasar una clase sin retarme- por querer adjetivar raro como J.C., igual todo bien. Pero, por suerte y al fin después de tanto tiempo, le gustó el tono del relato. Cuando terminó la clase, brindamos con champagne Navarro Correas por el final de la novela de otro alumno (ya premio del Fondo Nacional de las Artes).
Algo del otro que también sea mío. Para mí en el corazón somos todos parecidas/os, y decir en el corazón es como decir en el fondo, pero, en el fondo de la manera de sentir. Suelo decir que el corazón es la cárcel más común y esto significa que no sólo es el encierro sino el espacio compartido con otros. Cuando me encuentro con ese otro que me habla como desde mí, ahí me gusta lo que escribe, porque ahí me emociono. Yo me emociono con algo físico, soy pasional, no puedo emocionarme con una idea poética de una idea poética que sale de otra idea poética. Eso me aburre, es como oír una música obligadamente, no hay disfrute, me quiero ir de ese poema.
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