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Sueños de autostop.

Todo vuelve o nada se termina, no sé. Y eso que creí e hice todo lo posible por olvidarlo, por dejarlo ser, pero por más veces que repetí frente a un reflejo lloroso let it be, nada parece funcionar. Ya pasaron tres o cuatro años (fue hace tanto que ya perdí la cuenta) y él sigue ahí, dando vueltas por algún lugar del inconsciente. Aunque hacía bastante que no pasaba, hoy volví a soñar con él: era la fiesta de casamiento de una amiga o algo así (?) y lo encontraba solo, y bailábamos juntos el lento que nunca tuvimos. No sé por qué, después de tanto tiempo y a pesar de que ya pasó mucha agua bajo el puente (como diría la tía), todavía pienso en él. Quizás es porque nunca dejé de verlo, quizás es porque fue una historia frustrada, quizás porque uno quiere lo que no puede tener. Pero cada vez que lo veo con la otra (la que aprovechó lo que yo fui tan idiota de descartar), siempre me ataca el arrepentimiento y me acuerdo de la canción de Me darás mil hijos:

Esperando
que dejara de sangrar una herida,
como pálida razón, pa' arrepentirse.
Y en un rincón lloraban cosas,
siempre guardan,
siempre cuidan la ilusión de reincidir.

Esperando
que dejara de sangrar una herida,
como pálida razón, pa' arrepentirse.
Y en un rincón babearon cosas
siempre guardan,
siempre cuidan la ilusión de resistir.

Porque por más que trate de dejarlo atrás, es una mochila con un yunque, y el horizonte, con sol o lluvia, nunca es un sindolor.

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