Me cansan muchas cosas, pero de las que más me cansan, una es mi rol de hermana mayor. Tener que ser yo la que cocina, la que pone la mesa, la que cuide de, la que da el ejemplo, yo la que tenga que llevar, traer, buscar, crecer. Hay días en los que quiero tener 10 años y que mi única preocupación sea conseguir el nuevo truco para el GTA. Me cansa ser la única que va a terapia en mi familia, porque (y esto quizás sólo pueda comprenderlo la gente que se analiza) uno piensa, reflexiona acerca de uno mismo y su entorno y avanza, crece, y es un bajón cuando la gente que lo rodea se establece en la meseta (simple, cómoda y conservadora). Todo es más fácil así, claro que es más sencillo delegar las cosas y poner excusas y justificarse y culpar a los demás por las cosas que uno no puede o no quiere hacer. Pero no está bien.
toda la semana luchando por levantarme temprano y finalmente el domingo (otrora día predilecto de la fiaca y el descanso) me levanto sin despertador a las 07:30 am. no voy a luchar con este signo de la adultez, lo acepto como las primeras líneas de expresión que comienzan a marcar un surco en mi frente (aún me resisto al botox aunque me hice amiga del retinol). hay algo muy bello en el silencio de las mañanas de domingo, en el sol tibio de mayo y la suavidad de esta brisa otoñal. dentro de poco, se cumplirá un año desde que me despedí de Silvestre. todavía no sé si me acostumbro a su ausencia, y a veces pienso que no lo pienso lo suficiente (nigún duelo es lineal). ¿me recordarán aunque no esté muerta? ¿y cuando ya no esté de verdad? ayer inició el ciclo de despedidas de una amiga que se muda de país para estar cerca del hombre que ama. yo también imaginé un futuro así, aunque no prosperó (ya casi no recuerdo ese momento, pero sucedió). no puedo imaginar el vértigo que implicaría ...
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