Hay algo que vengo pensando hace un tiempo y es el tema de los ex. Ese prefijo incómodo, y quizás también triste, que todos usamos en algún momento (ya sea ex-novio/a, ex-amigo/a, ex-algo, en fin). En líneas generales, últimamente tengo un pensamiento algo simplista y cómodo (lo admito): que, de alguna manera, las cosas pasan porque tienen que. Esa idea un poco mitológica del Destino, no? (Edipo, Ulises/Odiseo y todas las tragedias que ya conocemos) Creer que hay un cierto sentido en los hechos aunque nosotros no podamos verlo siempre tan claro. Bastante similar a la gente que deja todo a la buena voluntad del Señor (y ojo, me reconcilié de alguna manera con Dios, pero tampoco creo que orar cure la gripe o el cáncer). Pensar que las cosas suceden más allá de nosotros es reconfortante, nos brinda una cierta sensación de seguridad. Y supongo que, de algún modo, eso es lo que necesito: sentirme segura. En cuanto al tema de los ex en particular, creo que también me sirve para aceptar el pasado, no sé, una especie de concepción hegeliana de la historia, que si bien trágica, determinará un futuro de redención (el brindis con mis amigas: porque somos lindas, jóvenes y prósperas, y vamos a ser felices). En parte lo logré, es decir, ya no me cuestiono qué hubiese pasado si, o por qué hice tal cosa en vez de, bla bla. Me da -miedo?- la gente que nombra a sus ex seguido (y la gente que no las nombra también, ja), siento que no las olvidaron, que como dice la canción, tampoco quieren hacerlo. Hoy justo veía el capítulo de Sex and the city que le da nombre a este post en el que Carrie tiene una relación más o menos seria con Big y se entera de que estuvo casado y empieza a paranoiquear con la ex, bla bla, en fin, es un poco eso, el hecho de que siempre hubo alguien antes que nosotros. Sabemos que todos tenemos un pasado, el problema es cuando se vuelve tan presente que no deja espacio para un futuro. Y qué feo entonces ser ese somebody not too bright but sweet and kind.
toda la semana luchando por levantarme temprano y finalmente el domingo (otrora día predilecto de la fiaca y el descanso) me levanto sin despertador a las 07:30 am. no voy a luchar con este signo de la adultez, lo acepto como las primeras líneas de expresión que comienzan a marcar un surco en mi frente (aún me resisto al botox aunque me hice amiga del retinol). hay algo muy bello en el silencio de las mañanas de domingo, en el sol tibio de mayo y la suavidad de esta brisa otoñal. dentro de poco, se cumplirá un año desde que me despedí de Silvestre. todavía no sé si me acostumbro a su ausencia, y a veces pienso que no lo pienso lo suficiente (nigún duelo es lineal). ¿me recordarán aunque no esté muerta? ¿y cuando ya no esté de verdad? ayer inició el ciclo de despedidas de una amiga que se muda de país para estar cerca del hombre que ama. yo también imaginé un futuro así, aunque no prosperó (ya casi no recuerdo ese momento, pero sucedió). no puedo imaginar el vértigo que implicaría ...
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