A veces me da miedo no tener nada que hacer ahí, en el medio de todos ellos que se conocen unos con otros porque el primo del mejor amigo del hermano de su hermano, y la hija de la vecina de la tía segunda de su primo tercero, más la hermana de la compañera del jardín al que fueron cuando tenían tres años, porque después se mudaron a Londres (no, eso fue antes de Timbuktú) bla bla bla. Ellos que veranean todos los años en Punta (del Este), la Mansa, la Brava, el Disco, y el Devoto y bla bla bla. Y es entonces que me doy cuenta, justo cuando pensaba que sí, me siento cómoda, creo que no, que quizás seamos muy diferentes, que quizás nunca me sienta cómoda, en todo caso ahora veo con otros ojos a esos que entienden lo que es Albatros, Los Exquisitos, la 3. Aunque no me guste la playa, ni Punta ni Gesell (lo mío siempre va a ser Colonia y el sur), pero a los que me hablan de Carlitos, los siento más cerca.
Esta canción me da unas ganas de llorar increíbles, hace tres días más o menos que la escucho sin parar y me emociona mucho cada vez. Pienso en mi vida que no va para ningún lado, o así lo siento. En que el otro día fui a cenar con unos conocidos -going-on- amigos y que hablando con uno de ellos me dijo que qué hacía perdiendo el tiempo en la carrera de mierda que curso. Pero no me enojé, porque es imposible enojarse con él, y porque yo también pienso un poco eso. No sé si es una carrera de mierda, pero tal vez para mí sí lo es, que no me veo vendiéndole a la gente cosas que (a mi entender) no necesita, que no es eso lo que quiero para mi vida, el verso ese del postgrado el master el doctorado el postdoctorado el postpostpostdoctorado y en fin. Que me angustio y no me dan ganas de nada. Que tengo todos los horarios corridos y duermo hasta las dos de la tarde casi todos los días. Que pienso que ahí, allá, afuera, no hay nada para mí. Que es todo un poco lo mismo, quedarse o salir. ...
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