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Mostrando entradas de enero, 2011

De la modernidad en terminales incendiadas

Si veo otra parejita feliz más a los besos/arrumacos voy a pegarme/les un tiro. No es que me sienta sola, bueno, quizás un poco sí, pero no es un estado general del ser (no ahora) si no esta situación particular, a saber: estoy, efectivamente sola, en una términal de ómnibus, a la espera de un micro que me regrese a casa. Tal vez debería aclarar que, una vez más, me escapo de mis responsabilidades y/o mis miedos y entonces qué mejor excusa que vacaciones en la playa. Una mujer enfrente mío lee una novela rosa/pseudoerótica o algo así: la sumatoria de todos los culebrones que nos lavaron el cerebro de pequeñas, estúpidas comedias románticas que nos vendieron un mundo idílico donde las personas -a pesar de las tías, madrastras y cómplices malvadas- se encuentran, se cuidan, se aman. Pensamiento fatídico: ¿un futuro más o menos lejano me encontrará así, sola en una terminal con una novela rosa que me devuelva un poco de la ilusión que perdí?  Soy conciente de mi prejuicio sobre los b...

and in a year, a year, or so

Nunca fue más cierto eso del teamoteodio . Nunca fue tan irreal, tan surreal todo lo que (no) sucedió. Jamás sentí tan intensa la pulsión de muerte como en cada nueva charla con vos. El día que me hablaste de ella (la otra, la que querés, esa que no soy) algo en mí se quebró. Me acuerdo de llorar sin consuelo en la cama, en el baño, en el balcón, y de preguntarme (con lo melodramática que soy) si las lágrimas iban a parar algún día. Al final, sí, se detuvieron, pero en algún lugar, adentro, escondido (o no tanto), el llanto sigue. Ya no eras vos el del problema, era yo: no se trataba de un desinterés general de tu parte, era a mí a la que no elegías, y ahora había alguien a la que sí querías dedicarle tus días, tu atención, tu cariño. Lo que más dolía no era sólo el amor no correspondido, sino lo desmerecido de mi amor. Hoy lo que más duele es que ya no haya nada de qué hablar, que las charlas de horas hayan mutado en monosílabos y silencios incómodos, que ni siquiera te interese pregu...