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De la modernidad en terminales incendiadas

Si veo otra parejita feliz más a los besos/arrumacos voy a pegarme/les un tiro. No es que me sienta sola, bueno, quizás un poco sí, pero no es un estado general del ser (no ahora) si no esta situación particular, a saber: estoy, efectivamente sola, en una términal de ómnibus, a la espera de un micro que me regrese a casa. Tal vez debería aclarar que, una vez más, me escapo de mis responsabilidades y/o mis miedos y entonces qué mejor excusa que vacaciones en la playa. Una mujer enfrente mío lee una novela rosa/pseudoerótica o algo así: la sumatoria de todos los culebrones que nos lavaron el cerebro de pequeñas, estúpidas comedias románticas que nos vendieron un mundo idílico donde las personas -a pesar de las tías, madrastras y cómplices malvadas- se encuentran, se cuidan, se aman. Pensamiento fatídico: ¿un futuro más o menos lejano me encontrará así, sola en una terminal con una novela rosa que me devuelva un poco de la ilusión que perdí?  Soy conciente de mi prejuicio sobre los best sellers y las historias rococó: ¿somos tan diferentes ella y yo? ¿Qué nos separa si no una cuestión de gustos? Detrás de todo eso está la misma pulsión por creer en lo romántico, lo épico, lo fantástico del amor. El problema es que, a veces, la realidad supera a la ficción (o al menos la iguala) y entonces la amiga de una amiga conoce a su actual marido en una terminal (¿o era un aeropuerto?) en el último día de sus vacaciones, justo antes de volver a su casa, y una sueña con la repetición de esa escena, nos contagiamos su alegría, nos mentimos esperanza. Pero nuestra realidad es otra cosa, nuestra terminal no huele a mundo desarrollado de tecnología aséptica, ni a extranjeros apuestos y simpáticos, a toda una vida en Bélgica junto a nuestro ser amado, no, nuestra terminal está impregnada de aroma a fritura, sudor, piel tercermundista: objeto de estudio de rubias investigaciones sociológicas. Su situación era de seguro bastante más glamorosa que la mía, así que me resigno a encontrar al amor de mi vida en este lugar, cargada como estoy de bultos, producto de la vida en un camping, lo que más anhelo es el reencuentro con mi cama. De todas maneras, quisiera que alguien me hable...ok, voy a ser más cautelosa con mis deseos: el único que atina a lazarme una mirada insinuante es un cuarentón/cincuentón de anteojos que está con su madre octogenaria. Gracias, paso: mejor sola que mal acompañada. En momentos así quisiera fumar, matar el tiempo con algo que no sea comida. Para colmo, debe estar por venirme: los carbohidratos no paran de manar hacia mí. La última (y peor) ingesta del día fue un helado en un local de comida rápida: tomo pésimas decisiones cuando estoy (sola y) angustiada. No me acuerdo quién me dijo (¿o lo leí?) que todos los intentos de la mujer moderna se concentraban en no llegar a ser una Bridget Jones (aunque ahora que lo pienso -hay que asumir el costado minita- no me molestaría terminar casada con un abogado). Mi piel se cae a escamas y me deprime ser consciente de lo inmediato, fugaz, inconmensurable, inabarcable del mundo: cómo todo se reduce a tan poco.

Comentarios

nowhereman ha dicho que…
Bueno, veo que superaste ese complejo de "Minita" como vos decis y te animaste a publicarlo. Me gusto el post, aunque creo tambien que todos buscamos lo mismo,no es algo privativo de las mujeres esa busqueda de amor. Lo que si es cierto es que crecimos creyendo que solo las mujeres se preocupan por esas cosas. Y por eso a algunos hombres nos va como nos va, ja!
Besos
meme ha dicho que…
Brillante el comentario sobre Bridget Jones, comparto plenamente con todo lo demás también (como siempre). Al fin y al cabo, y aunque nos cueste aceptarlo, la frase "mejor solo que mal acompañado" sigue existiendo y sumando defensores... Sin embargo, también se dice a menudo que "el que ríe último, ríe mejor", será cierto?
Nati Jota ha dicho que…
Si esto te superó, el 14 de febrero metete en un horno y a dejar de sufrir. Si querés nos metemos juntas, me siento en condiciones para decir que es el peor día del año.
sharing is caring ha dicho que…
Ayer volviendo de trabajar me encontré también con unas de esas escenas de enamorados que no paran de besarse pero porque no pueden parar, les cuesta horrores separarse aunque sepan que se van a volver a encontrar dos o tres horas más tarde.

Si bien un poco me dio ganas de pegarles un tiro, también sentí un poco de envidia, no por estar acompañada, que lo estoy, sino que por esos momentos de mi vida en lo que me pasaba eso. Un poco extrañé mi adolescencia y ese sentimiento que se apodera de uno cuando está loco de amor.

Te felicito por tu post, me gustó mucho.
Campeón ha dicho que…
Haaa bueno. Como estamos con las letras, cada día me sorprendo un poco mas, Caro. Me encantaría ir, pero mis amigos no van al teatro y siento que no puedo ir solo, acompáñame, aun que ya la viste, pero bueno. Si, los domingos no necesariamente son para las parejas, pero siempre es mas fácil

Un beso!

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