Fue ahí, sola en el micro y en la ventanilla la ciudad de noche: el río iluminado, algunas estrellas en el cielo (siempre me gustó un poco la oscuridad), luces dispersas y fragmentadas, la voz que me cantaba al oído que hacía mucho tiempo que no me veía sonreír, y que tenía que arriesgar mi miedo, y que tenía que arriesgar mi tiempo, y que en un año, un año, o algo más, todo esto iba a desaparecer en el mar, y me vi durante todo el último tiempo, y me dije que tenía razón, que no podía ser que siguiera así, que en algún momento tengo que empezar a creer en mí misma.
te acordás cuando escribías en un blog y volcabas todas tus fantasías y desilusiones de adolescente tardía? la vida entonces era una superficie tersa aunque la percibías rugosa, había menos preocupaciones pero su magnitud era enorme, por momentos registrabas que las cosas que te dolían eran insignificantes y eso te dolía aún más. no sé si la adolescente que eras se reconocería en la joven adulta tardía que sos hoy, si le daría cringe, si tendría cosas para reprocharte. quizás sí, yo miro con compasión a esa que fui, y espero que la compasión me acompañe más adelante. hoy fue uno de esos días en que una cosa llevo a la otra y terminé intentando recordar nombres de personas que en otro momento de mi vida estuvieron muy presentes, aunque no fueran cercanas, y eso me hizo desempolvar imágenes, rastrear trayectorias lejanas, atar cabos, hacerme preguntas: ¿todas las personas convivimos con el mismo grado de incertidumbre aunque las cosas en un cv (aka linkedin) pare...
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