a Córdoba, creo que tenía entre ocho y diez años, no estoy segura, hermano menor menor era todavía un bebé y madre viajaba con él en avión, padre, hermano menor y yo en auto, Renault 19 gris, patente que empezaba con TZF, padre decía que eran las siglas de "tenemos zapallo francés", abuelo decía que eran las siglas de "tenemos zapatos feos", la patente de su auto era -y sigue siendo- BBH (a.k.a "Brigitte Bardot hermosa"), escuchamos ocho horas seguidas el casette de Shakira, Dónde están los ladrones, Lado A y B, una y otra vez. Residencia de la obra social, no recuerdo qué nos tocó ese verano, si el pueblo con nombre críptico pero simpático y ahora marca fashion Palermo Soho (Salsipuedes) o traslasierra, castillo con río a la vera -con hermano menor jugábamos a que era Hogwarts. Córdoba es sinónimo de infancia. Infancia es también sinónimo de muchas otras cosas. Algunas se pueden nombrar, el resto mejor no. No recuerdo si ese verano me enamoré, you know, como sensiblesoñadora tuve inclinaciones románticas desde pequeña, parece que a los dos años ya me entusiasmaba con un personaje de telenovela interpretado por Gabriel Corrado llamado Martín. En esa época de preadolescencia llegué a modelar, igual eso fue en la playa, la abuela ya había muerto, mi medio hermana rubia más alemana que argentina estaba de visita -y por supuesto peleábamos por el cariño de papá-, y padres habían decidido alquilar gran casa en Costa Atlántica, destino Villa Gesell, as usual- don't get me wrong: amaba algunos rituales de las vacaciones, por ejemplo, los panqueques de Carlitos o los spaetzles de la Repostería Austríaca. La casa era blanca -por dentro y por fuera-, amplia, y llena de arañas: recién comenzaba el boom de internet y padres habían alquilado inmueble vía web, en fotos todo parecía mucho mejor. Ese verano sí me enamoré, creo que también se llamaba Martín y tenía ojos celestes como Gabriel Corrado. Ahora ya no estoy para pasarelas, tuve un estrellato fugaz podría decirse y ni siquiera me regalaron la ropa con la que desfilé al ritmo de algún hit del verano mientras entregaba globos "they&they". Ahora sólo miramos el pasado con nostalgia y el presente con algo de envidia hacia esas chicas de piernas esbeltas que siempre se quedan con los chicos que queremos para nosotras mismas. Esas, las de las imágnes de tonos sepia, luces tenues, donde el humo del cigarrillo siempre es azulado, y ellas son tan frágiles, tan elegantes y bellas, altas o no tanto, pero sí delgadas. En las fotos parecen inmaculadas, vírgenes insinuantes, provocativas, sonrisa que atrapa -tendrán la concha igual de perfecta y floreada? Perdón, qué dirías de mi lenguaje vulgar, "las mujeres no hablan así", no, guess not, al menos no en tu pequeño mundo machista donde vos lo sabés todo y los demás escuchamos lo que tenés para decir, newsflash: ya no me impresionan tus palabras, darling. Siempre me gustó la canción "Una de romanos", sobre todo me gusta(ba) imaginar la parte en la que entran juntos al cine y él le mete mano por debajo de la revista- claro que Sabina lo canta de manera elegante: "juegos de manos a la sombra de un cine de verano". Nunca me tocaron así en un lugar público, miento, una vez que nos quedamos sin llave afuera del edificio, él lo hizo, sentados contra la pared del hall de entrada, nos cubríamos con mi tapado, pienso que se disimulaba bastante aunque creo que más de una señora sospechó y apuró el paso perturbada por la escena, ahora que lo pienso me parece un poco un horror. Te acordás cuando después de esa triste fiesta en Atlanta volvimos los tres en taxi (él, vos y yo) y al bajarte me dijiste que no me veías enamorada? Qué hijo de puta, lo peor es que tenías razón. Ahora estás lejos y creo que te escandalizarías un poco de mí, vos siempre tan pulcro, tan sacrosanto. Yo a veces también me espanto, no por eso, sino por cómo el tiempo nos cambia tanto (and yet, everything stays the same).
Algo del otro que también sea mío. Para mí en el corazón somos todos parecidas/os, y decir en el corazón es como decir en el fondo, pero, en el fondo de la manera de sentir. Suelo decir que el corazón es la cárcel más común y esto significa que no sólo es el encierro sino el espacio compartido con otros. Cuando me encuentro con ese otro que me habla como desde mí, ahí me gusta lo que escribe, porque ahí me emociono. Yo me emociono con algo físico, soy pasional, no puedo emocionarme con una idea poética de una idea poética que sale de otra idea poética. Eso me aburre, es como oír una música obligadamente, no hay disfrute, me quiero ir de ese poema.
Comentarios
Nunca tuve tapado para tapar (salvo ahora...aunque prefiero mi cama de dos plazas), pero me fuí de manos con uno en un Renault rojo grasafurioso.
...épocas...épocas...
Saludos.
Coincidencias: para mí Córdoba también es un poco sinónimo de infancia. Pero Villa General Belgrano. El pueblito de los nazis refugiados con sus fiestas del chocolate y de la cerveza.
Infancia es también sinónimo de muchas otras cosas. Pero las que no se pueden nombrar, las nombro igual. Ese es mi estilo.
Yo también me enamoraba seguido. De un personaje de dibujo animado; un verano de una ascensorista jovencita en un edificio de Santa Teresita; de muy chiquito de la hija de los caseros de mi abuela, en córdoba (esta nena me menospreciaba porque yo no podía saludar inclinándome para adelante como Luis Miguel, sacudiendo la melena, como él hacía en aquel entonces -y yo tenía el pelo cortito, fue mi primera frustración amorosa. Y van... ¡Jajaja!-).
La casa de mi abuela en córdoba, obvio, también tenía arañas. Grandes, peludas, con pinta de tarántulas. Y algunos alacranes. Víboras (pero ninguna más ponzoñosa que mi abuela).
Y dígale al muchacho tan pulcro y tan sacrosanto que se vaya a lavar un poco la cajeta. ¡Jajaja!...
El tiempo nos cambia tanto (and yet, everything stays the same).
Y tal vez no sea algo tan malo.
Respecto a Marga la loca y la gente extraña que he conocido, sí, así es. Y si estos te parecieron raros, te aviso que aún falta lo peor (o mejor, como quieras verlo).
Muchas gracias por pasar. Siempre un gusto vete por aquí.
Abrazo grande.
Perdónanos, mozo: no sabemos lo que hacemos.
Amén.
Y no era EXACTAMENTE manoseo. Unos besos, unos abrazos, una que otra caricia, bastante pasión. Mozo viejo y pacato.
Otro abrazo más.
un beso c.