Las redes sociales son mi perdición. Bueno, eso y otras cuantas cosas más que pasan, como que alguien te confiese algo que no querés saber, algo que ni siquiera preguntaste, y ahora esa verdad te angustie y no sepas qué hacer. Además, por supuesto, está enterarme -por twitter- que una de estas madrugadas de fin de semana largo se cruzó con una chica y le preguntó por la parada de un colectivo -que él conoce muy bien-, y ella dijo que no, que no la conocía -claro que ella también mintió, seguro-, y así la vida, la charla siguió, y de pronto, unos minutos después, estaban abrazados, así nomás, como quien no quiere la cosa: abrazados. Qué tal. Qué me cuentan. Yo bien, acá, encantada con la vida. Y ni siquiera puedo odiarlo, porque él y yo nunca nada, pero juro que me produce un escozorrr...ah, y no, ni hablemos de la gente (nota mental: evitar cualquier tipo de insulto) que como no sabe muy bien qué hacer con su vida necesita imitar la de los demás, para qué chicos, par...