Seguir el pálpito y quedarse despierta hasta las cinco de la mañana para escribrir algo que no sé qué es pero me suena bien, lo siento vivo, y hace que yo me sienta viva también. Decidir dormir y despertar por el dolor de ser mujer (ovarios I mean), bañarse y volver a acostarse en sábanas limpias. Perder la concentración en textos sobre convergencia tecnológica, televisión, redes, medios de comunicación masivos. Leer libros que nos hablan de tierras lejanas pero sin embargo un mismo sabor. Y quizás una misma idea de amor. Pensar en viajar. En irse lejos, lejos de todo, de todos. Por momentos es una mierda, acá y esa imagen de vida, de mujer, que estamos hartas de ver repetida en cada uno de los ambientes que transitamos. Yo debo ser otro cliché.
A veces pienso big mistake send back an empty box. Y te detesto. Y me pregunto si vamos a volver a hablar. Después, autoconvencimiento: no me importa. Pero no lo sé. La certeza se me escapa o yo me escapo de ella. Gente que cumple años y las interacciones sociales que demandan demasiada energía. Ser egoísta, pero consciente. Mi cama es mi mejor amiga. Mis libros, mis discos, mi computadora desde donde te escribo. Con el insomnio de la revolución en la mente me acordaba de una frase que creo haber leído en algún lugar pero no pude recordar dónde: "Quizás la vida sea un constante ir hacia, siempre igual de distante". Y con esas palabras por fin llegó el sueño y me dormí.
Comentarios
Detrás de la zanahoria.
miré la música que te gusta y es basicamente mi lista de reproducción. no se como llegué acá pero me gustaaa