I

Esta canción me da unas ganas de llorar increíbles, hace tres días más o menos que la escucho sin parar y me emociona mucho cada vez. Pienso en mi vida que no va para ningún lado, o así lo siento. En que el otro día fui a cenar con unos conocidos-going-on-amigos y que hablando con uno de ellos me dijo que qué hacía perdiendo el tiempo en la carrera de mierda que curso. Pero no me enojé, porque es imposible enojarse con él, y porque yo también pienso un poco eso. No sé si es una carrera de mierda, pero tal vez para mí sí lo es, que no me veo vendiéndole a la gente cosas que (a mi entender) no necesita, que no es eso lo que quiero para mi vida, el verso ese del postgrado el master el doctorado el postdoctorado el postpostpostdoctorado y en fin. Que me angustio y no me dan ganas de nada. Que tengo todos los horarios corridos y duermo hasta las dos de la tarde casi todos los días. Que pienso que ahí, allá, afuera, no hay nada para mí. Que es todo un poco lo mismo, quedarse o salir. Lo de siempre. Y entonces me vuelvo esta persona horrible que no puede hacer, a la que todo le da miedo, y mira mal a los demás, porque piensa-pienso que me van a lastimar, que hay algo ahí que siempre siempre me va a lastimar. Ja, mirá mi nivel de egocentrismo. Como si yo para el mundo fuera tan importante. Y quizás eso es lo que me da miedo, ser tan poco, ser tan solo esto. Esto solo ser, ser sola y sola ir. Ir ir ir sin saber bien a dónde. Que me cuesta mucho como para que sea normal, que quizás soy tan normal como todos que les cuesta igual. Que mirá cómo a todos los demás les ocurre la vida, o ellos ocurren en la vida, y yo acá, quieta, cobarde, triste, estúpida. Que no sé bien qué hacer con esto que me pasa. Que aburro, qué aburrida soy. A mí misma me aburro, ni me quiero imaginar el resto. Entonces me callo, me callo y me guardo y clasifico, proceso, archivo. No hay pregunta que me suene más tramposa que el cómo estás, más automática más convencional más sinsentido que el cómo estás, como si el estar se pudiera traducir en palabras. Como si los demás pudieran recibir tu -bien o mal- estar y asimilarlo o comprenderlo o incluso escucharlo. Y entonces el discurso prefabricado bien todo bien vos todo bien bien bien bien bien bien. Tenés que estar bien, porque el bienestar es signo de salud, de progreso, de futuro, de casa con hijos, de gloria estrellato porvenir éxito. Éxito. El nuevo Dios de la sociedad postmoderna (o postpostmoderna o el brillante tecnológico mundo 2.0 de los entrepreneurs). El otro día una gran amiga me escribió que no corra, la vida no es una carrera, eso me dijo. Y yo no sé si la vida me corre o yo corro de la vida o la vida corre y yo la miro pasar. Veo la gente las cosas pasar como el río de la obra que fui a ver el otro día con un amigo, que me enamoré del protagonista pero él creo que se enamoró de mi amigo, y entonces vi de nuevo pasar eso que me pasa siempre tan a menudo de callar el sentimiento y de dejar ir la (no) oportunidad. Como vos que me pareciste lindo esa primera noche ese primer momento cuando te vi pero también le pareciste lindo a una amiga y ella lo dijo, lo expresó primero (aunque no sé si así ocurrió el sentimiento), aunque primero no porque no hubo segundo, lo expresó y yo callé como hubiese callado aunque ella no hubiera dicho nada, así que volví a no hacer nada y te miré una vez más y me fui, los dejé. Me asusta lo de dejar dejar dejar y nunca terminar nada, nunca llegar alcanzar nada. Quedarme quedarme atrás en la línea, que se olviden, que te olvides de mí. Perderme de mí misma en la multitud en la corriente de caras de personas personalidades egos. C. es mi nombre pero no me nomina, eso le decía la escritora al protagonista de la obra respecto de su propio nombre, una vez también pensé eso, que soy tan igual tan como todos que mi nombre es tan mío como de otro millón de personas más. Que la metáfora es increíble, y que es increíble cómo la historia se repite, eso decían también en la obra y corrían corrían sin parar como yo que corro de la vida de mí misma de mi miedo de mi amor mi llanto mi angustia mi herida mi dolor. Que quizás estoy muy lejos de ser yo, el yo que quiero ser yo. Que tal vez un poco me engaño con eso. Con eso de que se puede ser más, que se podría ser más que esto. Quizás lo que no es no hubiese sido nunca de ninguna manera. Que somos cuento, somos relato, soy esta fábula que me armé, este mito que se plantó o planté y ahora lo creo como dogma como mantra me repito repito la historia. Como Ulises en La Odisea versión infantil que leía de chica, mi sueño de viajar a Grecia para conocer esa Ítaca exótica histórica misteriosa, la Ítaca de Borges -de verde eternidad, no de prodigios-, yo también voy a llorar el día que la pueda divisar verde y humilde, como lloré el otro día hacia el final de la obra, como lloro ahora (poco aunque profundo y en silencio) mientras escribo, me escribo. Y pienso que hay algo que yo tampoco sé contar, ni siquiera para mí misma.