Somedays

Enfrente, los pies de mi nuevo vecino en su futón cuatro pisos más abajo. Me siento en la computadora y likeo estados en facebook, y mando mensajes desesperados a ver si alguien me contesta algo, a ver qué pasa allá afuera, a ver si hay algo que me saque de mi aburrimiento. Cené sola a las ocho de la noche mientras veía Eternal sunshine of the spotless mind, de ahí pasé a la cama, la misma película en la pantalla del televisor, me quedé dormida a los cinco minutos -cansancio inusual producto de unas escasas cuatro horas y media de sueño-, y volví a despertar con la voz de Beck que cantaba "change your heart, look around you". La casa estaba silenciosa. Mi vida está silenciosa. Pensé que yo a vos también te borraría, o borraría ese instante en que escapé de tu beso y te dejé ir. Quizás no tenía que ser, eso es posible y tal vez cierto. Pero yo creo que fue uno de esos casos de timing and space. Ayer te vi y estabas lindo. El bar era feo y de fondo sonaba La mancha de Rolando, "vas a vivir calavera siempre de la mano de tu amigo el dolor", en el camino tomamos cerveza del pico y todo era como tener quince años de nuevo. Casi todo. Algunas cosas no. Ya no lloro ni me duele, pero sí me molesta, ese algo que quedó ahí frustrado o pendiente se mueve dentro mío y algo de ruido hace. Y aunque me muestre reticente y mirá cómo te actúo que estoy más allá del bien y del mal, lo peor es reconocer que fui por vos y me quedé por vos, y que vos probablemente no me hayas registrado. Lo peor peor es que, después de todo este tiempo, todavía me ponga nerviosa cuando voy a saludarte. Que ahora esté acá, sentada en el escritorio y me pregunte por millonésima vez qué hubiera pasado si, qué pasaría si, para concluir que hubiera sido mejor seguir de largo y dormir doce horas sin escalas al domingo en vez de levantarme para lavar ropa sucia y limpiarme todo esto. Mientras que de fondo, en los parlantes y en mi mente, la misma frase se repite una y otra vez, "everybody's gotta learn sometime". 

Or maybe not.