Despertar con unos pasitos retumbando sobre mi cabeza. Parece que la vecina de arriba recibió hoy a sus nietos. Una luz tímida entra por las rendijas. Yo pienso en todo lo de anoche. Y en que quisiera una terraza para poder salir y tener aire, una repentina necesidad de espacio abierto -de pronto saber que hay cuatro departamentos más arriba mío me da asfixia. Salgo al balcón, hace frío, el cielo está gris y de a ratos garúa. Ayer unas gotas nos encontraron mientras esperábamos el colectivo que nos regresara a nuestros respectivos hogares. Hablamos entre todas y yo sonreí. Y cuando llegué a mi casa, una vez dentro de la cama, ahí sí, lloré un poco. Supongo que esa es la diferencia entre mi yo de quince años y mi yo seis años después. Antes lloraba ahí, en público, en medio de todos. Ahora sonrío y hago como si nada, y cuando llego a casa, me dejo ser. Bailar Gilda con un vaso de cerveza en la mano, y tu figura recortada en el piso superior. Tu mano sostiene un cigarrillo por debaj...