El aroma a fritura que contagia mi habitación, la cerveza que compartimos, tu pelo rapado. En eso pienso ahora que me duele un poco la cabeza y seguro es por las doce horas que dormí después de una semana de dormir cinco horas todos los días. Soñé con el francés de ojos celestes que me decía que la mayor parte de los días se quería, se gustaba mucho, pero justo ese día no, soñé con mi amigo que está enamorado de él, soñé que el francés le decía que cómo podía pensar que él era gay. Me acordé de Les amours imaginaires y el triángulo amoroso. Una situación que se repite, las conductas que hacen que nos demos la cabeza contra la pared una y otra vez. Pensé en esta confusión que me agarra cuando recostados sobre el sillón me tomás del brazo y me decís que me voy a aburrir de vos si nos vemos tan seguido. En verte después de tu clase y regalarte un libro y despedirte con un abrazo. En mi psicóloga que dice que entro en las situaciones y después me voy. En las ganas que tengo a veces de dejar terapia. De tu brazo en mi cintura, y después tus manos sobre la consola, mientras me decías que siempre hay que mirar para la escena, nunca el tablero, que así se operan las luces. En las ganas de darte un beso sin importarme tu chica con la cabeza semirapada. Y de nuevo vos y tus lentes, y el diminutivo que empleás para llamarme cada vez, de pensar cómo sería quererte y despertar con vos a la mañana. De los días que paso veinte horas despierta, y a pesar de eso, cuando llega la noche, no puedo dormir. Algo que soñé anoche y no me puedo acordar. Que no te acordaras mi nombre al despedirte de mí y tu intento por disimular(lo), y de decirte entonces "Caro, es Caro", y tu sonrisa que decía "bueno, no te me enojes", y acordarme al instante de la última vez que a un chico le dije algo así y él me respondió de manera semejante, de cómo fuimos novios durante un año hasta que empezó el aburrimiento y todo se terminó. De las veces que me siento sola. De las veces que no sé qué hacer de mí. Del final de la película, del círculo (vicioso) que a veces parece infinito. Del profesor que se parece a Danny De Vito y repite una y otra vez que las cosas no son como son, y que la semiótica no conduce a la felicidad, y que en cierto sentido, enamorarse no es más que un efecto de sentido, que en realidad implica compartir significantes con el otro. Me pregunto entonces qué significantes podría compartir con vos, y con vos. Y pienso en Peirce y su tríada, feeling, reaction, thinking. En mi propia construcción de sentido, en el desfasaje de la comunicación y la distancia insalvable que hay entre vos y yo, entre vos y yo.
Algo del otro que también sea mío. Para mí en el corazón somos todos parecidas/os, y decir en el corazón es como decir en el fondo, pero, en el fondo de la manera de sentir. Suelo decir que el corazón es la cárcel más común y esto significa que no sólo es el encierro sino el espacio compartido con otros. Cuando me encuentro con ese otro que me habla como desde mí, ahí me gusta lo que escribe, porque ahí me emociono. Yo me emociono con algo físico, soy pasional, no puedo emocionarme con una idea poética de una idea poética que sale de otra idea poética. Eso me aburre, es como oír una música obligadamente, no hay disfrute, me quiero ir de ese poema.
Comentarios
Cuídate.
todo lo demás... todo lo demás suele pasar.
Mas no sé porque, me encantan tus textos aunque sean algo demasiado personales... anyway, escribes muy bien. Saludos!