Ir al contenido principal
  

hace mucho tiempo que no tenía un domingo tan domingo. 
quizás es porque estoy en época de parciales, y hace dos días que no salgo de mi casa.
quizás es porque hoy empezó a hacer frío y la calle estaba silenciosa.
quizás es porque hace un mes que tengo veintiuno y no puedo creer el tiempo que pasó.
y todo el tiempo que pasa y pasa sin cesar.
quizás es por eso, y porque al fin llegó la temporada otoñal y ahora sí se siente.
la soledad del otoñoinvierno.
hoy pensé en vos. me pregunté si te preguntarías por mí. si pensarías en mí a veces, de vez en cuando.
pensé en eso y en qué pensarías de mí en tal caso.
en cómo a veces se puede estar cerca aunque se esté lejos. y viceversa, cómo podemos estar sentados uno junto al otro y que aún así haya un oceáno de distancia en el medio.
pensé en cómo las cosas se pierden y a veces no se vuelven a encontrar.
aunque a veces se encuentra otra cosa, eso es cierto.
mientras me pongo una manta en los pies y espero que este invierno no sea tan frío, pienso en vos y en vos y en vos y en vos y en vos. y en todo ese dolor.
el mismo de siempre. por el que voy a terapia, me siento y hablo, pero nunca resuelvo nada (al menos no todavía).
pienso en los poemas de Vilariño, que siempre hablan mejor que yo, pero en uno en particular:

Escribo
pienso
leo
traduzco veinte páginas
escucho las noticias
escribo
escribo
leo.
Dónde estás
dónde estás.

Comentarios

Daniel Shields ha dicho que…
Que buena canción elegiste.
Saludos.
Unknown ha dicho que…
Con Goyte de fondo esta entrada suena un poco a melancólica.
La velocidad con la que pasa el tiempo es incontrolable. Cuando la leía me sentia identificado con todo, con los parciales, con el frio, con los 21 (tengo 22, pero le pegó en el palo), con el domingo infinito que dura casi toda la semana, etc.
Muy linda entrada!
Saludos!
todos los días ha dicho que…
el dónde estás al aire siempre fueron las palabras más dolidas en lo que llevo de mí.

Entradas populares de este blog

Estanque

Cada cosa viva o muerta que el mundo rechaza se reúne: las raíces de los árboles secos que siguen profundamente agarradas a un suelo que ya no las retiene, el moho que al crecer parasita el tallo de la planta joven, el perro moribundo tirado al costado de la ruta, las ramas más jóvenes del ceibo que el temporal derriba, la serpiente de coral emboscada por la fiera, que se repliega sobre sí y permanece quieta como si fuera su propia cáscara vacía en el monte espeso. Para quienes fueron dañados, todo lo que llega después del daño es una gracia. Alguna vez vadearon la vida como si fuera un estanque lleno de alimañas, peligroso en la superficie y en el fondo, hecho para el lucimiento de los intactos y los fuertes. Los que no tienen nada que perder entienden la serenidad con que la materia cesa de resistirse al fin a ser vencida. No hay debilidad ni cobardía en ese dejarse ir que aún en medio del dolor crea puntadas de consuelo: quien fue lastimado una y otra vez sabe

¿Que tiene que tener un poema para que te guste?

Algo del otro que también sea mío. Para mí en el corazón somos todos parecidas/os, y decir en el corazón es como decir en el fondo, pero, en el fondo de la manera de sentir. Suelo decir que el corazón es la cárcel más común y esto significa que no sólo es el encierro sino el espacio compartido con otros. Cuando me encuentro con ese otro que me habla como desde mí, ahí me gusta lo que escribe, porque ahí me emociono. Yo me emociono con algo físico, soy pasional, no puedo emocionarme con una idea poética de una idea poética que sale de otra idea poética. Eso me aburre, es como oír una música obligadamente, no hay disfrute, me quiero ir de ese poema.