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En cuanto a vos, a los "poemas" que te escribí (pero nunca te mostré) este último tiempo, a mis pensamientos en torno a vos, a un nosotros que en sí nunca existió, el otro día concluí que de seguro fui yo, de nuevo yo, siempre yo, la que se *enamora* solita, what else. Así que no te culpo, y perdón si me comporté raro estos meses, la soledad me pone un poco mal. ¿Te acordás el libro que te regalé? ¿Querés otra muestra de mi delirio patético?: cuando escribí esa dedicatoria se me cruzó por la mente la imagen de una de tus hijas (presiento que vas a tener dos, ninguna va a llevar mi nombre), en sus manos el libro que acaba de encontrar en la biblioteca (es claro que va a ser una biblioteca muy grande, no me cabe duda), al leerlo te pregunta quién te lo regaló, quién transcribió ese poema de Borges, y entonces vos te acordás de mí, pensás en mí en ese momento y, quizás también, recordás esa noche en que te deseé feliz cumpleaños y te lo di. Aunque no sé si entonces comprendiste mi gesto: soy yo la que está ahí. Después de todo, los libros que leemos hablan de nosotros, los libros que decidimos regalar, más aún. Tal vez sí entendiste, tal vez entendiste demasiado y ese fue el problema. Ahora se me viene a la mente la noche que bailamos hasta la madrugada, tan cerca uno del otro en un momento que podía respirar en tu cuello, e incluso llegué a considerar la posibilidad de darte un beso, pero no. Entonces era marzo y amanecía, al volver a casa me dolían los metatarsos de los tacos que llevaba puestos. También me acuerdo de los días en la playa, de sentir tu cuello tan cerca de mí, de respirar una vez más ahí mientras mi cuerpo latía sobre la arena, de pensar en quererte y el miedo que me dio. La ilusión que mantenía las noches que íbamos al teatro solos, juntos los dos, y de pronto la posibilidad del sí, un mínimo sí, existía; pero supongo que si a la hora de pensar en un(a) acompañante posible para ir a una muestra de danza en un centro cultural, the obvious response (me) doesn't immediately come to you, we can, we should, just forget what I said and talk about something elseAsí que cuando nos pregunten who's gonna ride your wild horses, quizás digamos maybe some women aren't meant to be tamed, o tal vez sólo diga: no one, I keep dancing on my own -and that's ok. De hecho, vamos a tomar la decisión de confirmar una postura independiente cuando padre musicalice la casa con Moon River y entendamos todo: no podríamos haber sido de otra manera, esta es nuestra esencia, con lo que crecimos desde que éramos pequeñas. Y claro, sí, soy esto, esto que ves, que lees acá, la sufridita -como le dije a mi psicóloga, porque vamos, qué es una heroína sin dolor, sin obstáculos que la alejen de su gran gran amor (in a way, we have been brainwashed and no one really cares, no one seems to realize about it). Es entonces cuando creo que el mundo sí me debe algo: la mentira que me vendió. Peor aún: la mentira que todavía me sigue queriendo vender día a día, en cada puta publicidad, en cada canción, en cada película. Después de eso, no sorprende que te diga don't leave, just don't leave, marry me John, marry me, I'll be so good to you, come on, we'll do what married people do, John, marry me young, I'll be so sweet to you, you won't realize I'm there, I promise you that
Aunque en realidad no, jamás te diría ne me quitte pas. Tout suite je préfère le silence.

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Estanque

Cada cosa viva o muerta que el mundo rechaza se reúne: las raíces de los árboles secos que siguen profundamente agarradas a un suelo que ya no las retiene, el moho que al crecer parasita el tallo de la planta joven, el perro moribundo tirado al costado de la ruta, las ramas más jóvenes del ceibo que el temporal derriba, la serpiente de coral emboscada por la fiera, que se repliega sobre sí y permanece quieta como si fuera su propia cáscara vacía en el monte espeso. Para quienes fueron dañados, todo lo que llega después del daño es una gracia. Alguna vez vadearon la vida como si fuera un estanque lleno de alimañas, peligroso en la superficie y en el fondo, hecho para el lucimiento de los intactos y los fuertes. Los que no tienen nada que perder entienden la serenidad con que la materia cesa de resistirse al fin a ser vencida. No hay debilidad ni cobardía en ese dejarse ir que aún en medio del dolor crea puntadas de consuelo: quien fue lastimado una y otra vez sabe

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