Y entonces sucedió que la otra noche presencié el momento en el que, de seguro, comenzaste a enamorarte de ella. Vi cómo la observabas, fui testigo de la mirada de reojo que le dedicaste cuando se levantó para ver a la orquesta tocar en el escenario. Luego, sucedió también que, con la excusa de una óptica mejor, bajaron juntos, solos los dos -pura casualidad, o causalidad-, y se sentaron uno junto al otro en unas butacas vacías del nivel inferior. Y yo, desde el paraíso, a más de treinta metros de distancia, seguí atenta cómo le charlabas y cómo ella se reía, los observé fijo mientras de fondo sonaba alguna melodía de Bach que no supe reconocer, y la verdad es que poco me importaba -como me importa poco ahora. Le hablabas cerca, casi al oído, le comentabas cosas sobre el cuello y ella miraba lo que le señalabas y sonreía, era pura sonrisa, toda sonrisitas. Y te juro que la odié. Pero también entendí. La noche anterior me habías dicho que llevabas mucho tiempo sin conocer gente nueva, que eso siempre es bueno -necesario. Y claro, por supuesto está el hecho de que ella es flaca y linda -además de tener las tetas más altas que el Aconcagua-; aunque si querés mi opinión, un poco simple para vos. De todos modos, mejor no prestarme atención, quizás la que habla es la envidia, o tal vez te sobreestimo...será eso, no sé. En todo caso, tengo que admitir que algo me molestó, pero no termino de entender de dónde viene eso, por qué, y si es real, verdadero, o tan solo una confusión más -always the same for me. Lo que sí es cierto es la sensación incómoda que me produce en el cuerpo saber que la fuiste a buscar a la salida de su clase, que se vieron, que hablaron, que -es obvio- te gusta. No sé si me genera desilusión, tristeza o qué...quizás es sólo hastío y no tiene nada que ver con vos. En estos momentos siempre resurge el pasado y todos los otros que dijeron que no. Pensé de nuevo en el chico que nunca más llamó...lo imaginé con su libro de Pessoa al leer la siguiente frase: "No el amor, sino los alrededores es lo que vale la pena...La represión del amor ilumina sus fenómenos con mucha más claridad que la misma experiencia. Hay virginidades de gran entendimiento. Hacer compensa pero confunde. Poseer es ser poseído, y por lo tanto perderse. Sólo la idea alcanza, sin corromperse, el conocimiento de la realidad". Y después esta otra: "Poseer es perder. Sentir sin poseer es guardar, porque es extraer la esencia de algo". La réplica de la situación -del desasosiego- en su cuerpo y en el mío cuando tomé el libro en el living de la casa de I. el mismo día que velamos y enterramos a su padre. En el cementerio íbamos las cuatro juntas, el sol nos daba en la cara, ella lloraba y nosotras estábamos en silencio, todo tan desolador, tan finito; y sin embargo, me dio esperanza sabernos unidas, tener la certeza de que hubiera sido lo mismo con cualquiera, que -al menos- todas íbamos a estar para la otra en un caso así. Pensé entonces 'estamos forjando vida', y más tarde, cuando el sol ya se había ido, me temblaban las piernas al volver a casa. Volví a Pessoa, al desasosiego, a los besos perdidos en un auto una madrugada de feriado, a las palabras que nunca se dijeron, los silencios que guardo todo el tiempo, a la muerte: una presencia asfixiante y una ausencia latente, a lo inevitable, a lo irreparable. Y me acordé también de un poema que una vez me mostró J.- No soy nada./Nunca seré nada./No puedo querer ser nada./Aparte de esto, tengo en mí/todos los sueños del mundo...
Algo del otro que también sea mío. Para mí en el corazón somos todos parecidas/os, y decir en el corazón es como decir en el fondo, pero, en el fondo de la manera de sentir. Suelo decir que el corazón es la cárcel más común y esto significa que no sólo es el encierro sino el espacio compartido con otros. Cuando me encuentro con ese otro que me habla como desde mí, ahí me gusta lo que escribe, porque ahí me emociono. Yo me emociono con algo físico, soy pasional, no puedo emocionarme con una idea poética de una idea poética que sale de otra idea poética. Eso me aburre, es como oír una música obligadamente, no hay disfrute, me quiero ir de ese poema.
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