Te suicidaste. Me llamó una amiga para avisarme. Pensé en vos, toda esa noche, toda esa semana. Pensé en los motivos que te llevaron a tomar una decisión así. Te imaginé en el campo, rodeado de montañas, en los últimos minutos que ibas a tener. Leí una carta que habías escrito hace unos años: decías que todo iba a salir bien. Y lloré.
Qué lástima que te hayas ido. Qué pena no volverte a ver.
Qué lástima que te hayas ido. Qué pena no volverte a ver.
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