te vi pasar al pasar pasamos de largo. intercambiamos una mirada de lejos, de cerca. evité eso que evito siempre una vez más. los extraños me dan miedo. los conocidos a veces también. hoy volví a pasar a ver si pasabas de nuevo a ver si la coincidencia se volvía a producir. no sucedió. vi una luz prenderse y apagarse en la casa por donde te vi entrar ayer, y me encontré con la misma paloma que el día anterior estaba herida en la vereda, pero hoy estaba muerta. no estaba el hombre que se masturbaba en el auto frente a tu puerta. me angustié: pobre paloma y nosotros dos que no hicimos nada por ella. rodeada de moscas estaba. y me dieron ganas de llorar. no sé si por ella o un poco por mí. o tal vez por mi abuela que ayer hubiese cumplido años. pienso más en la vida últimamente, en lo que me gustaría vivir. a veces me pierdo entre tanto pensamiento, no termino de discernir entre sueño y realidad; a veces la realidad me parece toda una, igual de soñada, igual de irreal. pienso mucho en los otros, todos los extraños que me cruzo por la mañana en el transporte, en las miles de voces anónimas, y las miradas sin nombre, en los hombres que al verlos pienso que podría amarlos. pienso mucho en eso también, en ese fenómeno del amor, extraño e inexplicable, hasta impredecible me digo, y si me pusiera melosa incluso diría mágico. lo que más nos cansa no es la rutina ni despertarnos temprano y dormir poco, no, lo que más nos cansa es el hastío y la desesperanza que nos alcanza días como hoy en los que me parece verte pasar, por la calle, de la mano de un niño, pero vos estás muerto, me acordé. como todos los sueños que alguna vez tuve, como la noche que me acompañaste a tomar el colectivo y me enamoré. la lluvia trae la melancolía y recuerdo todo como si fuera ayer,
toda la semana luchando por levantarme temprano y finalmente el domingo (otrora día predilecto de la fiaca y el descanso) me levanto sin despertador a las 07:30 am. no voy a luchar con este signo de la adultez, lo acepto como las primeras líneas de expresión que comienzan a marcar un surco en mi frente (aún me resisto al botox aunque me hice amiga del retinol). hay algo muy bello en el silencio de las mañanas de domingo, en el sol tibio de mayo y la suavidad de esta brisa otoñal. dentro de poco, se cumplirá un año desde que me despedí de Silvestre. todavía no sé si me acostumbro a su ausencia, y a veces pienso que no lo pienso lo suficiente (nigún duelo es lineal). ¿me recordarán aunque no esté muerta? ¿y cuando ya no esté de verdad? ayer inició el ciclo de despedidas de una amiga que se muda de país para estar cerca del hombre que ama. yo también imaginé un futuro así, aunque no prosperó (ya casi no recuerdo ese momento, pero sucedió). no puedo imaginar el vértigo que implicaría ...
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