Aquello que
hay en mí, que no soy yo, y que busco.
Aquello que
hay en mí, y que a veces pienso que
también soy
yo,
y no encuentro.
Aquello que
aparece porque sí, brilla un instante y luego
se va por años y años.
Aquello que
yo también olvido.
Aquello
próximo al
amor, que no es exactamente amor;
que podría confundirse
con la libertad,
con la
verdad con la absoluta identidad del ser
y que no puede, sin embargo, ser contenido en
palabras,
pensado en
conceptos,
no puede ser
siquiera recordado como es.
Es lo que
es, y no es mío, y a veces está en mí
(muy pocas veces);
y cuando está
se acuerda
de sí mismo
lo recuerdo
y lo pienso y lo conozco.
Es inútil
buscarlo; cuando más se le busca
más remoto
parece, más se esconde.
Es preciso
olvidarlo por completo,
llegar casi
al suicidio
(porque sin
ello la vida no vale)
(porque los
que no conocieron aquello creen que la vida no vale)
(por eso el
mundo rechina cuando gira)
Este es mi
mal, y mi razón de ser.
Mario
Levrero
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