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fuera de temporada


No sé cuándo ni dónde volveremos a vernos (Bahía Blanca, Buenos Aires, en familia, en pareja o solas) y me pregunto cómo será la nueva foto de vacaciones del portarretratos de este año. Valeria capturada por la malvada bruja de Beba en su primorosa casita de dulces y chocolates. Yo, al mirar un teléfono que nunca llama. Marisa y su escape de enamoramiento feliz hacia Monte Hermoso. Los pobres bañeros derrotados y solos. Cualquiera podría ser. Pero lo que queda es, a través del vidrio, los saludos sonrientes de Marisa y Valeria que corren enormes niñas traviesas junto al colectivo que pronto termina por adelantarse para mostrar un encuadre vacío, una foto corrida, la borrosa carrera de las chicas que quedan atrás, despeinadas por el viento, una foto de lejos y, de fondo, el cielo nublado.

Sonia Budassi

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Estanque

Cada cosa viva o muerta que el mundo rechaza se reúne: las raíces de los árboles secos que siguen profundamente agarradas a un suelo que ya no las retiene, el moho que al crecer parasita el tallo de la planta joven, el perro moribundo tirado al costado de la ruta, las ramas más jóvenes del ceibo que el temporal derriba, la serpiente de coral emboscada por la fiera, que se repliega sobre sí y permanece quieta como si fuera su propia cáscara vacía en el monte espeso. Para quienes fueron dañados, todo lo que llega después del daño es una gracia. Alguna vez vadearon la vida como si fuera un estanque lleno de alimañas, peligroso en la superficie y en el fondo, hecho para el lucimiento de los intactos y los fuertes. Los que no tienen nada que perder entienden la serenidad con que la materia cesa de resistirse al fin a ser vencida. No hay debilidad ni cobardía en ese dejarse ir que aún en medio del dolor crea puntadas de consuelo: quien fue lastimado una y otra vez sabe

¿Que tiene que tener un poema para que te guste?

Algo del otro que también sea mío. Para mí en el corazón somos todos parecidas/os, y decir en el corazón es como decir en el fondo, pero, en el fondo de la manera de sentir. Suelo decir que el corazón es la cárcel más común y esto significa que no sólo es el encierro sino el espacio compartido con otros. Cuando me encuentro con ese otro que me habla como desde mí, ahí me gusta lo que escribe, porque ahí me emociono. Yo me emociono con algo físico, soy pasional, no puedo emocionarme con una idea poética de una idea poética que sale de otra idea poética. Eso me aburre, es como oír una música obligadamente, no hay disfrute, me quiero ir de ese poema.