De las flores viene
esta bolsa de papel madera con los duraznos
que le compramos al chico
al borde de la ruta donde llegamos siguiendo
los carteles que decían Duraznos.
De las ramas cargadas, de las manos,
de la dulce camaradería de los cestos
viene el néctar hasta el costado de la ruta, los suculentos
duraznos que devoramos, con piel, polvo y todo,
viene el familiar polvo del verano, el polvo que comemos.
Oh, llevar lo que amamos hacia adentro,
llevar dentro nuestro un huerto, comer
no sólo la piel, sino también la sombra,
no sólo el azúcar sino los días, tomar
la fruta con las manos, adorarla y luego morder
dentro del redondo júbilo del durazno.
Hay días que los vivimos
como si la muerte no estuviera
en el patio de atrás; de alegría
en alegría en alegría, de un ala a otra,
de una flor a otra flor a
una flor imposible, a una dulce flor imposible.
Li-Young Lee
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