Amanece e imaginas el mar,
el azul cobalto del mar abriéndose
como una vieja mirada
recordándote algo lejano, la imagen de un sueño donde
huyes o de una playa tendida no para ti
sino para el amor. Amanece e imaginas entonces
el mar y es el último día y el primer día
el que imaginas, el mismo
rumor insomne de un sueño que ya conoces
pero que no entiendes, el mismo
dolor, el final cercándote
como un llanto remoto y extranjero.
R.Zurita
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