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La Noche y el Río

He visto las patas enormes
saltando
al río
y he visto la luz de la luna
láctea
a lo largo del largo hocico
y he visto el cuerpo
de algo
fascinante y con escamas
hundido en el repentino fuego de su boca,
y no pude decidir
cuál me quedaba
más cómodamente, el poder,
o la impotencia;
ninguno me convencía
plenamente; estaba dividida,
consumida,
por la empatía,
la pena, la admiración.
Después de un rato
todo estaba resuelto,
el pez se había desvanecido, el oso
había desaparecido
en la orilla verde
entre los árboles. Y después sólo quedó
esta historia.
Me siguió hasta mi hogar
y entró a mi casa—
un huésped difícil
con una melodía única
que resuena todo el día, toda la noche—
lenta o brutalmente,
no importa,
suena como un río saltando y cayendo;
suena como un cuerpo
que se desarma.
Mary Oliver

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