1-
Es la siesta. Tengo, sobre mi corazón,
el libro de Ishiguro Never let me go.
En la penumbra de la pieza, flota la mariposa gris que de noche
roe la ropa y hace el mismo ruido que los muertos hacen
cuando escarban los muros.
La veo golpearse contra el vidrio; su cuerpo es un solo ojo
hacia donde ella cree está la salvación. Y entonces digo
Señor, no me des la esperanza, la fe.
Señor, no permitas que me queme en la luz aparente
de los faroles a gas. He aprendido a caminar en la sombra,
a encontrar mi ropa, allí, el vaso de agua. He aprendido
a no tropezar con los muebles.
No me hagas pensar ahora, Señor, en el fuego.
2-
el aire, de noche, es una lástima,
no alcanza para todos
alguien debe postergar su sueño, alguien
debe levantarse y, en el medio de la noche,
tocar la dorada serpiente del corazón
ella va a despertar
entornará los soles de sus ojos
dará su pan, su veneno
la flor del cuerpo abrirá, entonces,
como una mañana
pero no será la mañana:
será su turbia claridad
el simulacro
3-
bajo el naranjo, la muerte con sus crías
tomó sitio
desde allí, nos ponía sus ojos como púas
miraba nuestros temblores
luego tomaba una fruta, la rajaba
con una uña larga y mugrienta,
se la bebía, daba
como cualquier especie,
de comer a sus pequeños
cuando se fue, en su nido quedaron
las cáscaras
los huesos
y un agua negra que subía
despacito
a nuestro corazón
4-
acá creciste, me dijeron, y pienso
en cómo algo que no fuera solidario con la muerte y su eficacia
pudo crecer aquí
sin embargo, en este centro hubo una mesa
donde derramamos los jugos del hambre
al costado, la pieza de la costura y el juego
al fondo, el baño
con una alberca donde, en invierno,
la piel enrojecía por el frío
hubo, una vez, un gran viento,
me explican
vendrá por mí, también,
vendrá y yo guardaré mi corazón en un puño:
hasta ahí llegará su voracidad
y más allá, aún
5-
que fue un empujón del diablo
dijeron
que fue la roca
y el mar, de un azul abundoso
que una virgen castísima me confió
un secreto y una duda
con una brasa en cada mano
yo caí, fue
por mis razones
6-
muchas veces fuimos pobres
no había dinero para ropa o música, pero
el taladro magnífico de dios
caía contra la mañana
las palomas se desbandaban
como si vieran
la comadreja o el halcón
un pedazo de mí entraba en la amargura
como en el pozo del molino
donde la serpiente infectaba
el agua de beber
yo tenía pocos años y ya era
rigurosamente anciana
sabía que el altísimo podía aplastarme la cabeza
enfermar nuestras ovejas
quitarnos el verano, la poca dicha
pero igual miraba siempre para arriba
y bajito decía
que sí, señor, venga a mí la destrucción
lo que deba venir
soy tu surco, señor,
soy tu surco
Es la siesta. Tengo, sobre mi corazón,
el libro de Ishiguro Never let me go.
En la penumbra de la pieza, flota la mariposa gris que de noche
roe la ropa y hace el mismo ruido que los muertos hacen
cuando escarban los muros.
La veo golpearse contra el vidrio; su cuerpo es un solo ojo
hacia donde ella cree está la salvación. Y entonces digo
Señor, no me des la esperanza, la fe.
Señor, no permitas que me queme en la luz aparente
de los faroles a gas. He aprendido a caminar en la sombra,
a encontrar mi ropa, allí, el vaso de agua. He aprendido
a no tropezar con los muebles.
No me hagas pensar ahora, Señor, en el fuego.
2-
el aire, de noche, es una lástima,
no alcanza para todos
alguien debe postergar su sueño, alguien
debe levantarse y, en el medio de la noche,
tocar la dorada serpiente del corazón
ella va a despertar
entornará los soles de sus ojos
dará su pan, su veneno
la flor del cuerpo abrirá, entonces,
como una mañana
pero no será la mañana:
será su turbia claridad
el simulacro
3-
bajo el naranjo, la muerte con sus crías
tomó sitio
desde allí, nos ponía sus ojos como púas
miraba nuestros temblores
luego tomaba una fruta, la rajaba
con una uña larga y mugrienta,
se la bebía, daba
como cualquier especie,
de comer a sus pequeños
cuando se fue, en su nido quedaron
las cáscaras
los huesos
y un agua negra que subía
despacito
a nuestro corazón
4-
acá creciste, me dijeron, y pienso
en cómo algo que no fuera solidario con la muerte y su eficacia
pudo crecer aquí
sin embargo, en este centro hubo una mesa
donde derramamos los jugos del hambre
al costado, la pieza de la costura y el juego
al fondo, el baño
con una alberca donde, en invierno,
la piel enrojecía por el frío
hubo, una vez, un gran viento,
me explican
vendrá por mí, también,
vendrá y yo guardaré mi corazón en un puño:
hasta ahí llegará su voracidad
y más allá, aún
5-
que fue un empujón del diablo
dijeron
que fue la roca
y el mar, de un azul abundoso
que una virgen castísima me confió
un secreto y una duda
con una brasa en cada mano
yo caí, fue
por mis razones
6-
muchas veces fuimos pobres
no había dinero para ropa o música, pero
el taladro magnífico de dios
caía contra la mañana
las palomas se desbandaban
como si vieran
la comadreja o el halcón
un pedazo de mí entraba en la amargura
como en el pozo del molino
donde la serpiente infectaba
el agua de beber
yo tenía pocos años y ya era
rigurosamente anciana
sabía que el altísimo podía aplastarme la cabeza
enfermar nuestras ovejas
quitarnos el verano, la poca dicha
pero igual miraba siempre para arriba
y bajito decía
que sí, señor, venga a mí la destrucción
lo que deba venir
soy tu surco, señor,
soy tu surco
Elena Annibali
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