Esto de la intimidad es todo un tema, porque básicamente, siendo una pendeja menor-de-edad que todavía asiste al secundario y vive con sus padres, se complica. Entonces, los temas que deberían ser privados se convierten en vox populi de toda la family y tenés que soportar insinuaciones de que sos una fácil por haber permitido que G. pernoctara en tu casa durante la ausencia de tus padres (que se largaron todo el finde porque tenían un casamiento en Necochea, bla, bla). Y yo me pregunto: ¿quién carajo pensás que sos para juzgarme? - o más bien, no puedo creer que me conozcas de toda mi vida y me digas eso. Y ahora que G. está enfermo y te dice si querés ir a visitarlo un rato a la tarde tenés que decirle que no y meter alguna excusa barata porque oh por Dios, de lo contrario, qué va a pensar de vos!. Parece mentira que (por fin) una vez que las cosas empiezan a salir bien, todos tengan que dar su opinión y socavar tu felicidad (por más cursi-tonto que suene), ¿qué onda?. Por mí, se pueden curtir, de ahora en más lo que pase o no con G. se queda exclusivamente entre los dos.
Algo del otro que también sea mío. Para mí en el corazón somos todos parecidas/os, y decir en el corazón es como decir en el fondo, pero, en el fondo de la manera de sentir. Suelo decir que el corazón es la cárcel más común y esto significa que no sólo es el encierro sino el espacio compartido con otros. Cuando me encuentro con ese otro que me habla como desde mí, ahí me gusta lo que escribe, porque ahí me emociono. Yo me emociono con algo físico, soy pasional, no puedo emocionarme con una idea poética de una idea poética que sale de otra idea poética. Eso me aburre, es como oír una música obligadamente, no hay disfrute, me quiero ir de ese poema.
Comentarios
No me vas a dejar de contar la historia ahora... en lo más interesante, ja.
Federico D. Ratuta
Beso Caro