Volví de mi escapada de tres días y tengo que admitirlo: fui feliz (posta, 72 hs de completa felicidad). Aprendí a andar en bicicleta (finally), me duele todo, tengo varios moretones, mi garganta sufre las consecuencias de todo lo que grité (aaaaaaaaaaaaaaah, zanjaaaaaa, zanjaaaaa!!!) pero nada de eso perjudicó las risas, los abrazos, los te-quiero (sí, estoy un toque cursi maricona). La cabalgata, el queso mantecoso, las empanadas, brownies caseros. Muy rico todo. Mirta Legrand y basta, me voy.
Esta canción me da unas ganas de llorar increíbles, hace tres días más o menos que la escucho sin parar y me emociona mucho cada vez. Pienso en mi vida que no va para ningún lado, o así lo siento. En que el otro día fui a cenar con unos conocidos -going-on- amigos y que hablando con uno de ellos me dijo que qué hacía perdiendo el tiempo en la carrera de mierda que curso. Pero no me enojé, porque es imposible enojarse con él, y porque yo también pienso un poco eso. No sé si es una carrera de mierda, pero tal vez para mí sí lo es, que no me veo vendiéndole a la gente cosas que (a mi entender) no necesita, que no es eso lo que quiero para mi vida, el verso ese del postgrado el master el doctorado el postdoctorado el postpostpostdoctorado y en fin. Que me angustio y no me dan ganas de nada. Que tengo todos los horarios corridos y duermo hasta las dos de la tarde casi todos los días. Que pienso que ahí, allá, afuera, no hay nada para mí. Que es todo un poco lo mismo, quedarse o salir. ...
Comentarios
yo creo que tendría que existir como una quinta de reclusión atea donde no haya contacto con el mundo exterior y somos todos felices tomando sol, leyendo, comiendo, sacando fotos.
es como un rito purificador.
gracias por lo del facebook! hoy tenemos 'tratame bien' para ver, después comentamos.
un beso grande!