El nuevo G. (sí, su nombre, al igual que el del ex también empieza con g, pero no es el mismo) volvió del viaje. Y hoy llegó una compañerita nueva: pelo corto, negro, rulos perfectos, ojos grandes, sonrisa dientes Colgate, flaca, estudia filosofía, 20 años ponele, y se quedó hablandó con él todo el receso. Yo me pregunto: por qué? Por qué siempre tengo que tener competencia? Por qué el mundo se empeña en bajarme la poca autoestima que tengo y refregarme en la cara que la ciudad está repleta de mujeres más lindas, más simpáticas, con mejor cutis que yo? Sí, a la salida se fue conmigo, pero nada, no signfica nada. Y yo sigo: por qué me tomo el subte como una pelotuda? Por qué? (AHHH, cómo me molesta esto de ser insegura, enamoradiza, idiota).
Algo del otro que también sea mío. Para mí en el corazón somos todos parecidas/os, y decir en el corazón es como decir en el fondo, pero, en el fondo de la manera de sentir. Suelo decir que el corazón es la cárcel más común y esto significa que no sólo es el encierro sino el espacio compartido con otros. Cuando me encuentro con ese otro que me habla como desde mí, ahí me gusta lo que escribe, porque ahí me emociono. Yo me emociono con algo físico, soy pasional, no puedo emocionarme con una idea poética de una idea poética que sale de otra idea poética. Eso me aburre, es como oír una música obligadamente, no hay disfrute, me quiero ir de ese poema.
Comentarios
Un beso C., suerte con tu telenovela personal. Siempre hay un momento en que parece un melodrama, a veces digo que tendría que escribir un libro de autoayuda para adolescentes inseguras y enamoradizas.