La situación: fiesta de cumpleaños. "Amiga" habla sola en el balcón con chico-que-supuestamente-tiene-onda-con-vos. Cerca. "Amiga" tiene novio pero no-vio está de viaje. Llegás: cara de orto. "Amiga" y chico se separan y se va cada uno por su lado.
La pregunta: a. Te podés enojar con una mina que no puede más que calentar pijas al por mayor después de coquetear con el primo futbolista de otra amiga, bailar con el flaco más lindo de toda la fiesta que tiene diez años más que todo el resto, y ahora también hablar a quince centímetros de distancia del único pibe que te da?
b. Te podés enojar con el chico-que-supuestamente-tiene-onda-con-vos pero nunca pasó nada, y en última instancia no te interesa tanto, porque sabés que no va a pasar a mayores dado que su personalidad te resulta un poco pobre, y para coger ya conseguiste?
La respuesta: NO, no te podés enojar. Primero porque el mambo es tuyo, vos sos la que tiene el autoestima por el piso, no sonríe tanto como debería, no baila, no puede sentirse sexy; segundo porque, pobrecita ella, parece que el cerebro no le da para más y las hormonas controlan todas sus acciones (honestly, es una perra que siempre quiere ser LA linda); tercero, el muchacho en cuestión no tiene ningún tipo de compromiso o símil con vos como para no entrar en el jueguito histérico de mano-va-mano-viene-te-toco-accidentalmente, te-reís-me-río-nos-reímos, etc.
La conclusión: (aparte de que mi vida tiene que dar un giro de 180º) la próxima me quedo en casa, y "amiga" se puede ir bien al carajo.
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Un beso!
Un beso, C.