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la gota

Tengo calor y frío a la vez. Me duele la cabeza. Sé por qué pero hay cosas que no te digo. Me gustaba más cuando nos entendíamos, cuando éramos un mismo hilo, aunque nunca hubo amor, porque yo amar(te) no puedo y vos amar(me) tampoco. Somos unos incapaces, incomprendidos, inútiles, aburridos. Perdón, esa soy yo, vos ya no sé quién sos -lo supe alguna vez?. Ahora tus respuestas no guardan sentido para mí, no encuentro en tus palabras la emoción que alguna vez sentí. No me acuerdo cuándo fue la última vez pero a vos eso tampoco te importa. Me gustaba más cuando reíamos y la vida parecía un poco más colorida, no este gris negro azulado que me persigue todos los días. Ninguno es vos, pero no tuve voz para decírtelo. A veces (sólo a veces) pienso que no soy yo, sos vos. La verdad: te quiero y te odio, en igual medida. Tus silencios me duelen, eso tampoco te lo digo. Vos me hablás de tus vecinos, de tus nuevos viejos amigos, y las horas se pasan en intentar entender(te) y entender(me). A veces (sólo a veces) pienso que no sos vos, soy yo.

Comentarios

Sabados que hacen llorar ha dicho que…
Sirve para esto
Campeón ha dicho que…
Me duele no ser vos, no ser yo. Me cuesta el adiós y el decir que no. Me da frío y dormirse a las 4 am, no es divertido. ¿y solo fuera una mueca de lo que fui?
jorgefv ha dicho que…
No se si será algo que te esta pasando, lo único que sé es que escribes maravilloso.

Ah y gracias por tu comment, me emociona que te haya gustado la canción, es una de esas cosas que se hacen con el alma, aunque no creo que sea necesario explicártelo, sabes muy bien a qué me refiero, verdad?

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Cada cosa viva o muerta que el mundo rechaza se reúne: las raíces de los árboles secos que siguen profundamente agarradas a un suelo que ya no las retiene, el moho que al crecer parasita el tallo de la planta joven, el perro moribundo tirado al costado de la ruta, las ramas más jóvenes del ceibo que el temporal derriba, la serpiente de coral emboscada por la fiera, que se repliega sobre sí y permanece quieta como si fuera su propia cáscara vacía en el monte espeso. Para quienes fueron dañados, todo lo que llega después del daño es una gracia. Alguna vez vadearon la vida como si fuera un estanque lleno de alimañas, peligroso en la superficie y en el fondo, hecho para el lucimiento de los intactos y los fuertes. Los que no tienen nada que perder entienden la serenidad con que la materia cesa de resistirse al fin a ser vencida. No hay debilidad ni cobardía en ese dejarse ir que aún en medio del dolor crea puntadas de consuelo: quien fue lastimado una y otra vez sabe

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