Es tarde y todavía tengo que lavar los platos. Y yo odio lavar los platos. Bueno, no sé si me produce odio, pero sí tedio, eso, me resulta una actividad muy tediosa. Pienso que mañana (hoy) debería ir a cortarme el pelo (y ya que estoy visitar al peluquero que me encanta), a ver si las cosas cambian. De vez en cuando me gusta pensar que esos pequeños detalles pueden inaugurar nuevos períodos, generar cambios en otros niveles de mi vida. Claro que en realidad no, claro que cortarme el pelo no implica nada más que eso. Pareciera que ando mas bien en época de derrape, que al final el post anterior no es tan verdad como me hubiera gustado, o sí, pero es más parcial que absoluto. Estos días grises me tienen a maltraer, me acuesto tarde -y me levanto aún más tarde-, ando ingiriendo más calorías de las debidas, ilusionándome con gente demasiado, a saber: demasiado estúpida, demasiado linda, o demasiado inalcanzable. No sé qué es de mí, pero prometo esforzarme por no volver a caer en mi propia debilidad. Es sólo que a veces no puedo conmigo misma.
toda la semana luchando por levantarme temprano y finalmente el domingo (otrora día predilecto de la fiaca y el descanso) me levanto sin despertador a las 07:30 am. no voy a luchar con este signo de la adultez, lo acepto como las primeras líneas de expresión que comienzan a marcar un surco en mi frente (aún me resisto al botox aunque me hice amiga del retinol). hay algo muy bello en el silencio de las mañanas de domingo, en el sol tibio de mayo y la suavidad de esta brisa otoñal. dentro de poco, se cumplirá un año desde que me despedí de Silvestre. todavía no sé si me acostumbro a su ausencia, y a veces pienso que no lo pienso lo suficiente (nigún duelo es lineal). ¿me recordarán aunque no esté muerta? ¿y cuando ya no esté de verdad? ayer inició el ciclo de despedidas de una amiga que se muda de país para estar cerca del hombre que ama. yo también imaginé un futuro así, aunque no prosperó (ya casi no recuerdo ese momento, pero sucedió). no puedo imaginar el vértigo que implicaría ...
Comentarios
Y yo creo que cortarse el pelo, el cambio de la propia imagen, sí ayuda un poco al cambio de estado anímico. Como ordenar el desastre que uno tiene en la habitación.
Como es arriba es abajo. Como es afuera es adentro. Claro que no basta SOLO con eso; pero, a veces, tal vez, ayuda.
Fuerza, Carolina, y un abrazo.
2. quién habló de enamorarse?