Cada cosa viva o muerta que el mundo rechaza se reúne: las raíces de los árboles secos que siguen profundamente agarradas a un suelo que ya no las retiene, el moho que al crecer parasita el tallo de la planta joven, el perro moribundo tirado al costado de la ruta, las ramas más jóvenes del ceibo que el temporal derriba, la serpiente de coral emboscada por la fiera, que se repliega sobre sí y permanece quieta como si fuera su propia cáscara vacía en el monte espeso. Para quienes fueron dañados, todo lo que llega después del daño es una gracia. Alguna vez vadearon la vida como si fuera un estanque lleno de alimañas, peligroso en la superficie y en el fondo, hecho para el lucimiento de los intactos y los fuertes. Los que no tienen nada que perder entienden la serenidad con que la materia cesa de resistirse al fin a ser vencida. No hay debilidad ni cobardía en ese dejarse ir que aún en medio del dolor crea puntadas de consuelo: quien fue lastimado una y otra vez sabe
Comentarios
¡Y triste!
He conocido varias personas de esas que se desenamoran cuando el otro se vuelve «real».
Sobre mi blog, te juro que el pervertido a mí me alegró el día, que venía medio bajón. Estuve toda esa tarde riéndome solo cuando me acordaba de alguna parte del diálogo.
Mi respuesta ya está disponible, ... (no sé tu apellido). La redacté mientras vos leías sobre ese degenerado.
Saludos cordiales para Ud. también.
Y buenas noches. Me voy a dormir.
vi tu respuesta, gracias, calculo que si no es hoy, mañana te contesto sin falta.
un beso!
Ahora que veo la vida color de rosa... no, ahora también pienso que es la histeria (general) dibujada.
Es que hay cosas que nunca cambian.
A mí, creo al menos que no me pasa.
Me gusta la gente de carne y hueso, con sangre, piel y tendones. Y de cuerpo tibio.
No me vendan una de esas hadas que se tiran pedos con olor a orquídeas.
He dicho.
Un beso.