Que detrás de mi máscara impasible, no te digo nada pero pienso pienso pienso, pienso todo el tiempo, pienso a veces sobre mi propio pensamiento, y entonces ya todo se vuelve insoportable y miro películas o leo libros para pensar en otra cosa que no sea en mí, mis tormentos. Mi estupidez, mi incapacidad para decir(te) lo que quiero simple y directo. Si me conocieras (cosa que, debo reconocer, en cierto modo, cuando estuviste dispuesto a hacerlo, yo no te permití) sabrías que yo elijo con cuidado mis palabras, sobre todo en casos como este; estarías al tanto de que, por regla general, mi discurso no es azaroso, que suelo regular lo que digo como mido-analizo lo que dice el resto, y que a la hora de hablarte elegí una combinación capaz de generar una duda razonable sobre el sentido de mis palabras. Si hubieras prestado atención, te hubieses dado cuenta: modo indicativo, primera persona del plural, tiempo presente. "Salimos el viernes?". Eso fue. Algo lo suficientemente neutral como para no quedar en evidencia, pero al mismo tiempo con la dosis justa de doble interpretación, un nosotros que puede presentarse amplio pero con la posibilidad de acotarse a un nosotros vos y yo. Y eso ya estaba en tu campo, en tu capacidad de respuesta. No sucedió. El vos y yo quedó perdido en mi imaginación, y tu respuesta fue lo suficientemente extensa y con los elementos descriptivos necesarios como para que me quedara claro que la opción vos y yo nunca fue una opción, o bien porque nunca entró en tu campo, o bien porque al percibir la imparcialidad, decidiste tomar partido por la generalidad: vos y yo y todos los demás. Y entonces te pregunté sobre el lugar y alguna otra cosa, y después me fui, y decidí que no, que evidentemente no, y que aunque quizás mi salimos el viernes no haya tenido el nivel de alusión que vos hubieras necesitado para descifrar mi intención verdadera (porque por otra parte es cierto que, dado que hace meses que no hablamos, y que ni siquiera te saludé por tu cumpleaños, no tendrías por qué imaginar que ese nosotros podía tener como referentes "vos y yo"), la realidad es que todos los demás signos indican lo mismo, van hacia una dirección unívoca: un no-interés de tu parte. Una vez más vuelvo a sentirme un cero a la izquierda y me repito "debajo del álbum blanco, debajo del álbum blanco", y me felicito por mi decisión de la zona gris a la hora de mi propuesta tímida, porque es ahí, en lo indefinido del lenguaje donde yo encuentro refugio, un manto de seguridad. Pienso que tal vez, algún día, con un poco de suerte, llegue alguien que por fin me lea, me vea, al que pueda decirle "hoy el cielo es tan angosto" o decirle "se fue, el verano se fue" y lo entienda.
Cada cosa viva o muerta que el mundo rechaza se reúne: las raíces de los árboles secos que siguen profundamente agarradas a un suelo que ya no las retiene, el moho que al crecer parasita el tallo de la planta joven, el perro moribundo tirado al costado de la ruta, las ramas más jóvenes del ceibo que el temporal derriba, la serpiente de coral emboscada por la fiera, que se repliega sobre sí y permanece quieta como si fuera su propia cáscara vacía en el monte espeso. Para quienes fueron dañados, todo lo que llega después del daño es una gracia. Alguna vez vadearon la vida como si fuera un estanque lleno de alimañas, peligroso en la superficie y en el fondo, hecho para el lucimiento de los intactos y los fuertes. Los que no tienen nada que perder entienden la serenidad con que la materia cesa de resistirse al fin a ser vencida. No hay debilidad ni cobardía en ese dejarse ir que aún en medio del dolor crea puntadas de consuelo: quien fue lastimado una y otra vez sabe
Comentarios
Muy lindo lugar
T.-
Seguís sonando triste.
"... porque es ahí, en lo indefinido del lenguaje donde yo encuentro refugio, un manto de seguridad", está escrito hermoso, a pesar de lo que implica.
Te sigo leyendo, piba.
Te mando un abrazo.