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[veintitrés]

Entonces la tarta con tu nombre y las promesas de un futuro encuentro en un contexto tan distinto que da miedo, pecando de irreal, imposible, y el temor a imaginarlo y no poder hacerle justicia, y el camino que difiere de uno a otro, el trajín de la partida y la ilusión de la llegada y el que queda sufre hasta que se le pasa, qué le vamos a hacer. No hay futuro y no hay más que futuro, la suma de horas libres, el metro y las distancias que albergan, esos encuentros furtivos (que no llegan a serlo) con esa gente que no se sabe encontrada, que supo ser vista muy lejos de acá, todas esas experiencias impronunciables y compartidas con ese único otro que no deja de alejarse y que ha sido propio durante un período de tiempo...Depender o no depender...Esa es la cuestión. ¿Qué pensarás ahora? ¿Cómo será tu habitación? ¿Y tu cama? ¿Y tu dormir? ¿Y tu despertar? Puedo amar en general pero no en particular. Puedo amar en general pero no en particular. No puedo hablar, no tengo nada que decir, realmente nada que decir. Al tratar de explicar o describir algo, el ejercicio se trata solamente de ponerle palabras a algo que no (las) tiene, es decir, inventarlo en el momento mismo en el que uno lo nombra. Es ahí donde algo empieza a existir, creo estar creyendo en algo que las palabras mismas me acaban de sugerir. Pero es pura retórica, nada más que eso. Un engaño lingüístico retórica retórica retórica. Me pregunto si todavía será posible el momento acá me quedo para mí, si existirá para mí todavía la posibilidad de sostener algo en el tiempo, es decir: de sostener algo. Me permito dudar y a la vez, hope. Insistime hasta convencerme. Por favor, insistime hasta convencerme. 
Romina Paula 

Comentarios

José A. García ha dicho que…
Todo es cuestión de dar las señales correctas, y que la otra persona las comprenda, claro...

Saludos

J.

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