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Mostrando entradas de 2019

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Celebrar lo que no existe. ¿Hay otro camino para celebrar lo que existe? Celebrar lo imposible. ¿Hay otro modo de celebrar lo posible? Celebrar el silencio. ¿Hay otra manera de celebrar la palabra? Celebrar la soledad. ¿Hay otra vía para celebrar el amor? Celebrar el revés. ¿Hay otra forma de celebrar el derecho? Celebrar lo que muere. ¿Hay otra senda para celebrar lo que vive? El poema es siempre celebración porque es siempre el extremo de la intensidad de un pedazo del mundo, su espalda de fervor restituido, su puño de desenvarado entusiasmo, su más justa pronunciación, la más firme, como si estuviera floreciendo la voz. El poema es siempre celebración, aunque en sus bordes se refleje el infierno, aunque el tiempo se crispe como un órgano herido, aunque el funambulesco histrión que empuja las palabras desbande sus volteretas y sus guiños. Nada puede ocultar a lo infinito. Su gesto es más amplio que la historia, su paso es más largo que la vida. P...

Poema de amor

Siempre se puede hacer algo con el dolor. Tu mamá teje. Hace bufandas en toda la gama del rojo. Te las tejía para Navidad, y te abrigaban cada vez que se volvía a casar y te llevaba con ella. ¿Cómo podía funcionar, si todos esos años dejó viudo el corazón, como si fueran a volver los muertos? No me extraña que seas como sos, que le tengas miedo a la sangre, si tus mujeres son una pared de ladrillos tras de otra. LOUISE GLÜCK Trad. Ezequiel Zaidenwerg

por suerte

cuando pienso que estoy al borde del entumecimiento, encuentro música que me acaricia el alma
La precariedad metafísica que tiene que ver con que las cosas en el mundo se rompen, por suerte, porque significa que están vivas. Y que tenemos que tratar de construir vínculos que acepten esa precariedad, y no vínculos que traten de fijar lo que no se puede fijar, la idea de casarse para no separarse o cerrar la pareja para no tentarse. La sabiduría que espero que aprendamos las nuevas generaciones es aceptar esa precariedad. Tamara Tenenbaum  en  Letras Libres  

A finales de la primavera

Dejame imaginarme que vamos a volver cuando queramos y que va a ser de vuelta primavera no seremos más viejos de lo que nunca fuimos los gastados pesares van a haberse disipado como la nube tempranera que la mañana cruza al recobrar la conciencia lentamente y las viejas defensas contra los muertos van a retirarse y al fin van a quedar para los muertos la luz va a ser como es ahora en el jardín que plantamos acá estos años juntos de estas tardes holgadas, y el asombro W. S. MERWIN

Equilibrio

Papá aflojó los tornillos para que aprendiera a andar sin rueditas. Ella me llevó a la vereda de tierra que rodea al hipódromo, justo enfrente de casa. Y cuál es la necesidad de aprender a sostener mi cuerpo todo de nuevo. Le hice prometer que no me soltaría por nada del mundo, giraba apenas mi cuello para ver que ella siguiera ahí, corriendo justo detrás mío, agarrándome de la parte baja del asiento. "Yo no te suelto -me decía-, yo no te suelto", pero para ese entonces ya estaba pedaleando sola y no me daba cuenta de cómo ella se alejaba de mí, aun quedándose quieta entre los troncos viejos y gruesos. Me enojé tanto cuando me dí vuelta que rechacé ese objeto a un costado de la vereda y quise volver a casa. Ahora voy esquivando colectivos, haciendo finitos, calculo el tiempo exacto para pasar en rojo y no morir en el asfalto, pero así y todo no voy a reconocerlo. He decepcionado muchas veces a mi madre y sé que seguiré haciéndolo. No hay luga...
Tal vez en el principio el tiempo y lo visible, inseparables hacedores de la distancia, llegaron juntos borrachos golpeando la puerta justo antes de amanecer. Con las primeras luces pasó su embriaguez, y tras contemplar el día, hablaron de la lejanía, del pasado, de lo invisible. Hablaron de los horizontes que rodean todo lo que todavía no ha desaparecido. John Berger.

Dónde empieza el templo, dónde termina

Hay cosas que no podés alcanzar. Pero sí tender la mano hacia ellas, el día entero. El viento, el pájaro echando a volar. La idea de Dios. Y puede mantenerte tan ocupada como cualquier otra, y más contenta. La víbora se escabulle, el pez salta, como capullo de lirio, fuera del agua y vuelve a sumergirse; los jilgueros cantan en la cima inalcanzable del árbol. Miro; de la mañana a la noche nunca dejo de mirar. Mirar quiero decir, no solo estar ahí, sino estar ahí como de brazos abiertos. Pensando: quizás algo va a llegar, un luminoso remolino de viento, unas cuantas hojas de algún árbol: todos forman parte de esto. Y ahora voy a decirte la verdad. Todo en el mundo llega. Se acerca, al menos. Y con cordialidad. Como pica el pez de ojos de oropel, como la víbora se desenrosca, como los jilgueros, muñequitos revoloteando oro en los márgenes del cielo de Dios, el aire azul. Mary Oliver Trad. Mariángel Mauri 

Tarde de domingo

El domingo está desierto. La calle se alarga sin finalidad precisa. Detrás de las paredes la vida parece haber agotado su última oportunidad. Llamo al azar en algunas puertas y nadie acude. La población entera ha abandonado el planeta en automóvil. La historia ha concluído aquí. Las empresas humanas han hecho el ridículo. ¿A quién llamar por teléfono? ¿Por quién morir? ¿A quién apelar con esta mentira? Si este simulacro durara demasiado, recordaría que una vez tuve un destino y hasta un entusiasmo y que la razón de estar vivo estaba en los otros. Y no quiero imaginar mi pánico si buscando la prueba absoluta de este mundo vacío encendiera la radio portátil y me respondiera el silencio universal. Si la llegada del hombre había sido un producto casual su partida es una fuga que me excluye para que deambule como un muerto que sabe que está muerto en un domingo infinito. J. Giannuzzi

LXIII

Vemos las cosas que conocemos. Las cosas que no conocemos no las vemos. A las cosas que conocemos las llamamos por un nombre. Un nombre que sabemos pero no le dimos nosotros. Alguien, antes de que nosotros existamos fue capaz de verlas. Y después de verlas, nombrarlas, hacerlas cosas. Hay personas con este don. De ver y conocer. No somos de estas personas. Por eso todas las cosas que vemos ya las conocemos. El fin Giuliana Kiersz

no veré desolación donde solo hay soledad

Si supieras

que el río no es de agua y no trae barcos ni maderos, sólo pequeñas algas crecidas en el pecho de hombres dormidos.  Si supieras que ese río corre y que es como nosotros, o como todo lo que tarde o temprano tiene que hundirse en la tierra. Tú no sabes, pero yo alguna vez lo he visto hace parte de las cosas que cuando se están yendo parece que se quedan. Andrea Cote

La molienda

Estoy sola como el mundo. Soy plana como el mundo. Lo único que quiero es provocar un estado de tensión en el que las cosas se rompan y no haya ruido. Funciono como las plantas, si aspiro demasiado me ahogo. En Méjico me contaron de una mujer a medida que molía el maíz, su brazo iba desapareciendo. Soy como esa mujer que se muele a sí misma. me escribo y desaparezco. Nurit Kasztelan

LVI

Todos los días  amanezco a ciegas a trabajar para vivir; y tomo el desayuno, sin probar ni gota de él, todas las mañanas. Sin saber si he logrado, o más nunca, algo que brinca del sabor o es sólo corazón y que ya vuelto, lamentará hasta dónde esto es lo menos.       El niño crecería ahito de felicidad                                        oh albas, ante el pesar de los padres de no poder dejarnos de arrancar de sus sueños de amor a este mundo; ante ellos que, como Dios, de tanto amor se comprendieron hasta creadores y nos quisieron hasta hacernos daño.       Flecos de invisible trama, dientes que huronean desde la neutra emoción,               ...
Un hombre a mi lado intenta dormir  Pero no duerme, me observa Mira lo que hago, lo que escribo En su mente estoy yo, lo sé, pero no sé cómo Hemos hecho el amor y leído mi libro Un libro negro y delgado con poemas de violencia y de viento Qué lejana la violencia del agua del viento del mar Qué olvidados los animales los ríos Hacia el pasado, la indiferencia Hacia el pasado, el hielo inmenso recogido en un tren Hoy mamá tiene cáncer Y tengo su cáncer en el alma Tengo la ausencia de sus senos en los míos No tengo sus senos Sus pezones No tengo su rostro Pero hay algo que he recordado en el amor con este hombre Mientras me tocaba y yo cerraba los ojos: Una verde lejanía donde algo puede perderse Mi madre que puede alejarse Algo que no puedo mirar En la belleza, mi madre se mueve Respira, camina, come una fruta Suave, mi madre se encamina hacia algún leve ...

bicho

estamos borrachos tus amigos juegan, dicen - hay que matar a todos los quintos beatles el mundo esta lleno de quintos beatles paul mcartney es el primero - una vaquita de san antonio camina por tu mano pedís tres deseos y vuela justo un segundo después de pasar a la mía - no te preocupes - decís - yo pedí por nosotros dos – Marina Alessio  

La Noche y el Río

He visto las patas enormes saltando al río y he visto la luz de la luna láctea a lo largo del largo hocico y he visto el cuerpo de algo fascinante y con escamas hundido en el repentino fuego de su boca, y no pude decidir cuál me quedaba más cómodamente, el poder, o la impotencia; ninguno me convencía plenamente; estaba dividida, consumida, por la empatía, la pena, la admiración. Después de un rato todo estaba resuelto, el pez se había desvanecido, el oso había desaparecido en la orilla verde entre los árboles. Y después sólo quedó esta historia. Me siguió hasta mi hogar y entró a mi casa— un huésped difícil con una melodía única que resuena todo el día, toda la noche— lenta o brutalmente, no importa, suena como un río saltando y cayendo; suena como un cuerpo que se desarma. Mary Oliver
Amanece e imaginas el mar, el azul cobalto del mar abriéndose como una vieja mirada recordándote algo lejano, la imagen de un sueño donde huyes o de una playa tendida no para ti sino para el amor. Amanece e imaginas entonces el mar y es el último día y el primer día el que imaginas, el mismo rumor insomne de un sueño que ya conoces pero que no entiendes, el mismo dolor, el final cercándote como un llanto remoto y extranjero. R.Zurita