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Mostrando entradas de 2020

Como sabemos

Todo lo que vemos está penetrado de eso -las copas distantes de los árboles con su aguja (tan inocente), la escalera, el fulgor fijo de la ventana- perforado como un colador por el mal que no es malo, el romance que no es misterioso, la vida que no es vida, un presente que está en otra parte. Y después, en las pequeñas reverencias del baile, lo codeas, lo toqueteas. El día que hiciste eso tuviste al fin que parar, porque hacerlo ponía en juego toda la tela, no había otra forma de presentarse. Doblaste las rodillas para recoger esas joyas preciosas de agua de manantial salpicadas sobre el musgo y vacilaste al borde de esta calle calma con sus veredas, su tráfico, como si vinieran a agarrarte. Pero no había nadie en la resolana del mediodía, sólo pájaros como secretos a ser descubiertos y una casa adonde ir, un día de éstos. La luz ensombrecida entonces fue vista como nuestras vidas, cualquier cosa acerca de nosotros que el amor quisiera examinar, luego dejar de ...
To be held by the light was what I wanted, to be a tree drinking the rain, no longer parched in this hot land. To be roots in a tunnel growing but also to be sheltering the inborn leaves and the green slide of mineral down the immense distances into infinite comfort and the land here, only clay, still contains and consumes the thirsty need the way a tree always shelters the unborn life waiting for the healing after the storm which has been our life. Linda Hogan 

De piedra

A veces estás comiendo una manzana, o tomando ginebra en una fiesta pésima, y te acordás de tu garganta y su tersura. A veces lo único que tenés puesto es el peso de tus emociones, y tu único abrigo es algo que se mueve en el abismo de tu panza, que te hace pensar: Ah, al final, yo no era de piedra. Cualquiera puede imaginarse la estatua de un chico así de hermoso, pero ¿quién se acerca a mirar, nota el brillo nuevo de los ojos? ¿Quién se pregunta si no será el jugo dulcísimo de alguna fruta blanda sobre tus labios, y se estira para probarlo? Eso es poco frecuente. Eso es ternura, como los dientes de mármol que rasgan la piel roja de la manzana. Eso es amor: cuando él saca la boca de la sal de tu dolor y también termina llorando. Logan February Trad. Ezequiel Zaidenwerg

XV

Si me recosté con vos en esa playa blanca, vacía, el agua verde, pura y entibiada por la corriente del Golfo, y no nos pudimos quedar tendidas en esa playa porque el viento nos arrojaba una arena fina como si estuviera en nuestra contra cuando intentábamos soportarlo y fracasábamos- si nos fuimos manejando hacia otro lugar para dormir en los brazos de la otra y las camas eran angostas como los catres de los presos y estábamos cansadas y no dormimos juntas y esto fue lo que encontramos, y esto lo que hicimos- ¿es nuestro el fracaso? Si me pego a las circunstancias, no me podría sentir responsable. Sólo aquella que dice que no eligió es la perdedora al final. Adrianne  Traducción Tom Maver
Tablas acosadas por la humedad y el bicho guardan mi corazón como un lucero y no me importa la gente ni la plata sino el crac crac del grillo en la mañana del silencio, el gallo allá a lo lejos y ese girar de Talita que busca el sitio para echarse al sol en el alero mientras la sombra de papá en su silla me dice sí y alcanza un mate con cáscaras de naranja, sí, m'hijita, cerrá tu vida en este círculo que acaricia los pasos del principio con las huellas nítidas del final... Diana Bellesi  
Abrí la puerta y te estabas bañando. Los vidrios empañados, el ruido del agua detrás de las cortinas, las cosas esenciales instaladas fuera de la razón. Me llamaste, acercaste la cara y nos besamos a través del plástico transparente: fue un instante. Las parejas y las revistas literarias duran casi siempre dos números. Sin embargo, de a poco, le fuimos ganando terreno al río: días interminables en los que el caos tomaba tu forma para envolverme mejor. Fabián Casas

Las carreras

Debe haber algo. Si todo se mueve cada vez más rápido, debe haber algo que no se mueva cada vez más rápido. Algo si no completamente quieto, lo suficientemente lento como para tocarlo. ¿Qué piensa de eso el agente de tránsito con su gorra y su chaleco amarillo, inmóvil, parado exactamente sobre la línea divisoria de lo que está entrenado para detener cuando no se detiene: cuatro carriles que confluyen sólo si hay un choque, y de lo contrario fluyen como un río hacia su muerte, o como aquellas cosas que desea el río y con las que hace lo que quiere: peces, cieno, basura, el cadáver de alguien que le tuvo confianza. ¿Qué pasa con las líneas amarillas pintadas en mitad de la calle, paralelas, que de inmediato empiezan a descascararse por la fricción de las ruedas contra el pavimento? Debe haber algo que sepa cómo bajar la velocidad sin frenar; debe haber una manera de mirarlo de frente mientras aún se mueve. Una vez, en las montañas, con calzado inadecuado, me recosté...

el ciego

llamo y llamo y tú no estás sé que no estás pero sigo llamando por lo menos el teléfono suena ahí donde no estás pero donde sueles estar en el espacio que sueles ocupar en el aire que sueles llenar en las sillas que sueles tocar en los muebles que sueles tocar en la cama que sueles ocupar en el teléfono que sueles contestar y tomar en tu mano y acercar a tu boca. llamo y toco ése lugar. yo soy el alma el corazón y el ¡ay! del grito que toca ese lugar. Soñar no cuesta nada siempre miraba en la puerta en el suelo a la entrada por si había algún papelito por si se te había ocurrido pasar por si habías sentido la necesidad de pasar y siempre que volvía de Viña tenía el sueño de encontrarte ahí sentada en la puerta sentada en la escalera y siempre te saludaba y así me aliviaba, en una ínfima medida me aliviaba. también cuando los perros ladraban mucho pensaba que eras tú que podías ser tú porque así le ladran los perros a las personas que no conocen y el v...

Aunque se borren todos nuestros rastros igual que las bujías en el amanecer...

Aunque se borren todos nuestros rastros igual que las bujías en el amanecer y no puedas recordar hacia atrás, como la Reina Blanca, déjame en el aire la sonrisa. Tal vez seas ahora tan inmensa como todos mis muertos y cubras con tu piel noche tras noche la desbordada noche del adiós: un ojo en Achernar, el otro en Sirio, las orejas pegadas al muro ensordecedor de otros planetas, tu inabarcable cuerpo sumergido en su hirviente ablución, en su Jordán de estrellas. Tal vez sea imposible mi cabeza, ni un vacío mi voz, algo menos que harapos de un idioma irrisorio mis palabras. Pero déjame en el aire la sonrisa: la leve vibración que azogue un trozo de este cristal de ausencia, la pequeña vigilia tatuada en llama viva en un rincón, una tierna señal que horade una por una las hojas de este duro calendario de nieve. Déjame tu sonrisa a manera de perpetua guardiana, Berenice.   Olga Orozco

LA CRISIS ES EL CUERPO

Ahora que otra vez estás enfermo, ya sé dónde encontrarte. El cuerpo hundido entre los huecos del sillón, una mano abajo de la cabeza, la cara envuelta en sombras. Como un cucarachero pantanero o un cucarachero sabanero en su nido de pasto seco entretejido. Me gustaría saber cómo es que la abstracción que llamamos Dios decide que estas cosas pasen; ¿te señaló ahí con el dedo y te plantó algo? Un bulto imperfecto, que crece como una papa siniestra. Después del tratamiento, esa vacuna imperfecta contra la muerte, estás dormido. Sin pelo por la quimio, te veo cerrar los ojos, te veo escabullirte adentro de vos mismo como el ladrón que sos que se lleva mi vida. Antes de que te enfermaras, yo le pedía a Dios: “Cualquiera menos él”. Ya ves de qué sirvió. ¿Ahora qué más queda por decir? Jesse Lee Kercheval  Trad. Ezequiel Zaidenwerg

HABLANDO DE LA PÉRDIDA

empecé con todo; padres, dos dedos de más un hermano al que arruinar. era una chica rica sin plata con un vestido rojo. ¿cómo llegué a estar sentada acá en esta casa vestida con un nombre del que no escuché hablar hasta que me hice mujer? Alguien se robó a mis padres y escondió a mi hermano. los dedos de más me los cortaron. me quedan mis manos comunes y corrientes y no tengo nada más que darte que poemas. LUCILLE CLIFTON  Trad. Ezequiel Zaidenwerg

Tiempo de locos

Es el tiempo de locos que está haciendo: de repente tropieza hacia adelante, y luego se recuesta entre los pastos ralos y las flores blancas, delicadas y sin nombre. Una gente se puso a hacer ropa con eso, cosiendo la blancura de las lilas con un rayo en una encrucijada ignota. El cielo llama a la tierra sorda. El desarreglo proverbial de la mañana se corrige a sí mismo cuando vos te parás. Estás vestido con un texto. Los versos caen marchitos sobre tus cordones, y yo nunca querré ni necesitaré otra literatura que esta poesía hecha de barro y de reminiscencias ambiciosas de la época en que surgía fácilmente de lo que por entonces eran bosques y campos arados y tenía una sencilla dignidad inconsciente, a la que ahora nunca podríamos esperar aproximarnos, salvo en una quebrada muy estrecha que nadie va a ir a inspeccionar, donde quizás una última muestra de ese espécimen raro y poco interesante esté dando algún brote, al menos por lo poco que se sabe. Ashbery  (Trad...
no había visto antes ningún pájaro de vuelo terminado para entenderlo ¿cómo lo supe? quieto más quieto echado de espaldas como ningún animal así nomás para nada un pájaro no se queda inmóvil ni apoya su espalda en la tierra ¿tienen espalda los pájaros? las cucarachas sólo están de espaldas cuando les quedan pocos recursos para vivir antes mucho antes tuve delante de mí esta visión: le arrojábamos piedras desde lejos en esas circunstancias cualquier movimiento un rumor darían cuenta advertirían que la muerte continúa su trabajo interminable sol poniente en una fotografía ¿qué quiere saber de la muerte del pájaro? así mi padre se posaba cada día en el mundo encogido de espaldas de costado no está muerto decíamos para los adentros cada vez cuando en la piel el escozor se anunciaba ¿que cómo lo sé? así lo sabíamos lo sé porque cada tarde capturada la respiración por su imagen quieta temiendo que lo peor sucediera a su alma cada tarde cruzábamos la distancia que nos ...

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Miro un árbol. Tú miras lejos cualquier cosa. Pero yo sé que si no mirara este árbol tú lo mirarías por mí y tú sabes que si no miraras lo que miras yo lo miraría por ti. Ya no nos basta mirar cada uno con el otro. Hemos logrado que si uno de los dos falta, el otro mire lo que uno tendría que mirar. Sólo necesitamos ahora fundar una mirada que mire por los dos lo que ambos deberíamos mirar cuando no estemos ya en ninguna parte.  Poesía Vertical  R. Juarroz
Todes nos haremos traficantes de armas. Todes terminaremos nuestros días con una pierna menos, con la fiebre alta del fastidio, del desamor. Alguna vez creí en la poesía. Era pura ilusión como cuando Cristo fue tentado: "todo eso podrás tener, todo lo que desees”. L’artista en la arista escarpada, puño cerrado, arenga: “El pueblo tiene el poder”. El poder de cambiar cosas. Yo creí en eso. Creo en eso. Yo era ese creer. Ahora no veo nada en claro salvo el total vacío. ¿Miento? Digo la verdad. ¿Verdad? Miento. Mato ese lado iluso. Intento el crimen perfecto y no me sale. He estado mucho tiempo aquí, y ahora no quiero morir. Alguna vez quise. Dos veces en particular lo quise. Yo soy eso otro que se te escapa, cada fucking día. Yo soy lo que te apela y contradice. Yo soy lo otro, lo inabarcable. Lo indecible. Soy en mi lo que soy en vos que sos eso que no podés ni siquiera nombrar. También soy la mentira, el fuego, el deseo, los elementos esparcidos por todos lad...
1- Es la siesta. Tengo, sobre mi corazón, el libro de Ishiguro  Never let me go . En la penumbra de la pieza, flota la mariposa gris que de noche roe la ropa y hace el mismo ruido que los muertos hacen cuando escarban los muros. La veo golpearse contra el vidrio; su cuerpo es un solo ojo hacia donde ella cree está la salvación. Y entonces digo Señor, no me des la esperanza, la fe. Señor, no permitas que me queme en la luz aparente de los faroles a gas. He aprendido a caminar en la sombra, a encontrar mi ropa, allí, el vaso de agua. He aprendido a no tropezar con los muebles. No me hagas pensar ahora, Señor, en el fuego. 2- el aire, de noche, es una lástima, no alcanza para todos alguien debe postergar su sueño, alguien debe levantarse y, en el medio de la noche, tocar la dorada serpiente del corazón ella va a despertar entornará los soles de sus ojos dará su pan, su veneno la flor del cuerpo abrirá, entonces, como una mañana pero no será la mañana: será s...

Fábula sobre mis manchas

Tengo manchas en la piel muchas y diferentes no sé a qué se deben ni hace cuánto aparecieron tampoco sé si me interesa saberlo pero ellos preguntan y yo por cortesía siento que debo dar algún tipo de respuesta entonces digo, por ejemplo ésta me la hice andando en bicicleta por una calle muy angosta contra la rueda de un colectivo ésta otra, dormida al sol sin crema protectora ésta grande como un sello más oscura en los bordes y amarilla en el centro es una quemadura de cigarrillo éstas en hilera, pequeñitas, picaduras de araña. Algunas noches cuando intuyo que sus vidas son más desgraciadas y que su piel esconde un horror igual digo -para no ser menos- que me las provocaron otros en un rapto de furia antes de irse. Miento, porque no sé, miento y sigo inventando historias como si esperara alguna noche dar con la última, la verdadera y que de pronto todas las manchas desaparezcan. Melina Alexia Varnavoglou

De pies y manos

No entiendo nada, voy viviendo de oído. A cierto ritmo la cojera es virtud. Pie mío, no te espantes, esta bifurcación es tuya. Quisiera lo contrario: así razono. Cada vez que reitero me sorprendo a propósito, como hacen los niños. El puñado de sal, eso teme la mano cuando evita la praxis. Si me toco en tu nombre revoluciono el tacto. Andrés Neuman
A veces, después de la cena, cuando salgo a caminar y mirar el cielo nocturno y descubrir que no tengo idea de lo que veo, que la distancia de las estrellas no tiene sentido y su número se encuentra mucho más allá de lo que puedo comprender, me pregunto si el físico ve el mismo cielo que yo, una lujosa disposición de luces ordenadas de acuerdo a nuestra escala, y nuestro poder para imaginar en términos simples un espacio como el espacio que padecemos aquí en la tierra, en este cuarto, con vos sentada en esa silla, leyendo un libro del que no entiendo nada, pensando pensamientos que no puedo intuir, mientras se acercan momentos cuya carga es un misterio. Ah, ¿quién sabe? Ya estamos viajando más rápido de lo que nuestra aparente quietud puede aguantar, y si la cosa sigue así, para cuando hable ya estarás a años luz de distancia. Strand

Esa es tu pena

Esa es tu pena. Tiene la forma de un cristal de nieve que no podría existir si no existieras y el perfume del viento que acarició el plumaje de los amaneceres que no vuelven. Colócala a la altura de tus ojos y mira cómo irradia con un fulgor azul de fondo de leyenda, o rojizo, como vitral de insomnio ensangrentado por el adiós de los amantes, o dorado, semejante a un letárgico brebaje que sorbieron los  ángeles. Si observas al trasluz verás pasar el mundo rodando en una lágrima. Al respirar exhala la preciosa nostalgia que te envuelve, un vaho entretejido de perdón y lamentos que te convierte en reina del reverso del cielo. Cuando la soplas crece como si devorara la íntima sustancia de una llama y se retrae como ciertas flores si la roza cualquier sombra extranjera. No la dejes caer ni la sometas al hambre y al veneno; sólo conseguirías la multiplicación, un erial, la bastarda maleza en vez de olvido. Porque tu pena es única, indeleble y tiñe de imposible cuanto miras...

abrazarme al horizonte y a olvidar

CUERPOS SOLOS

Una garza se posa. Se convierte en niebla. Un hombre que me quiere amar sin amarme está acostado al lado mío y me cita a su abuelo, me dice: “un cuerpo no es leña para el fuego”, lo cual quiere decir que se siente solo y humano, lo cual quiere decir que nunca vio un cuerpo retorcerse & gritar & volverse un humo espeso, la madera desnuda retorcida sin piedad. Me está llamando en una especie de lengua de señas & no le veo las manos, no sé qué me quiere decir. Me pregunto si la niebla evita que las cosas marchitas se prendan fuego como evita que uno vea. Me pregunto si él sabe lo fríos que tengo los huesos, lo deshidratados que están, & que me quedo porque es propio de las cosas delicadas retorcerse. Un pájaro distinto se arroja desde el cielo, devolviéndome a mi cuerpo. Yo rechazo los nombres con que me llama él. Digo que es una nube, despistado como todas las nubes, porque me deja que me suelte de él. Yo también me convierto en niebla ...